Esta
entrada podría titularse: Kampala, una historia de reyes, espías, monstruos
voladores, brujos y modelos ugandesas; pero no me negaréis que no os molaría a
todos poder soltar alguna vez la mítica frase de James Bond. Pues eso.
Pero no
nos adelantemos. A la flamante capital de Uganda llegué de madrugada tas un
terrorífico viaje nocturno bordeando los volcanes de Ruanda y absorbiendo todos
los baches del camino. Pero mereció la pena. Al salir del autobús y bajar una
de las siete colinas que la rodean, –como
Roma pero con mezquitas en cada cima-,
me encontré con el Sol, que venía a mi encuentro y por la arteria principal de
la ciudad avanzaban en masa coches, motos y gente hasta ser engullidas por el
astro rey.
Y el
día no había hecho más que empezar. Tras una ducha en casa de mi amigo Marvin y
el paseo exploratorio de rigor, nos fuimos a la inauguración de la exposición
de los cuadros de otro amigo, Ronex. Arte! (no sabéis lo difícil que es
encontrarlo de vez en cuando por estos lares). Arte… y tambores, y cervezas
gratis! Esto empezaba muuuy bien. Y ya que inauguraba, nuestro amigo inauguró
también su nuevo bar, con más música en directo, danza, gente haciendo torres
humanas o echando fuego por la boca… El fugaz paso por otro de los locales
nocturnos de esta ciudad que nunca duerme casi ni lo recuerdo, pero cuando por
fin llegué a la cama no podía creer el estruendoso croar de ranas que me
esperaba, como recién llovidas de la
peli Magnolia. Pero ya metido de lleno en este mundo de ensueño, me quedé
dormido.
Cuando
desperté me di cuenta de que Marvin seguía allí, y que había más cosas
maravillosas: un frigorífico, una tele enorme y un microondas! Días más tarde y
ya en éxtasis descubrí que hasta había una forma de ducharse con agua
caliente!! El caso es que después de tanto descubrimiento, cuando nos
encontramos con otro amigo casi ni me sorprendió que me dijera:
-¿Quieres
ser agente secreto?
(Bueno,
lo reconozco, fue algo así como “¿Quieres trabajar para “nosotros”?”, pero con
un tono de secretismo y de intriga que daba a entender lo primero. Y me vino a la mente el brujo masai que me dijo que en breve iba a ser inmensamente rico.)
Reprimiendo
mi primer impulso de lanzarme directamente a la aventura, le pedí que se
explicara un poco. No queriendo dar
muchas explicaciones me dijo que necesitaban gente con pasaporte europeo
que pudiera viajar rápidamente a Europa
a llevar… mensajes encriptados! No podía darme más detalles (ahí, en plena
calle, sin saber quién podía estar escuchando) pero si me interesaba podíamos
fijar un encuentro con “el jefe” para el día siguiente. Ya me llamaría el para
decirme la hora y el lugar. Guau.
Como os
podréis imaginar, con esa intriga y ese aire de Roger Moore que se me estaba
poniendo no podíamos hacer otra cosa que salir de juerga y Kampala, creedme, es
el lugar perfecto para eso. En Jazzville, con música en directo y tras
despedirme de una periodista que tuvo a bien bailar conmigo, llegaron nuevos
amigos que me “traían” a una modelo ugandesa. Y para que nos conociéramos mejor
nos llevaron a un tugurio minúsculo y
auténtico lleno de gente bailando, donde la modelo procedió a presentarse
formalmente al estilo africano, es decir, plantándote directamente su trasero
de escándalo entre las piernas y contorneándose en oleadas al ritmo de la
música aparentando normalidad.
-¿Cómo
decías que te llamabas?- preguntaba yo intentando maniobrar con sus caderas de
tal forma que tuviese una pequeña visión, siquiera en escorzo, de su rostro
para llegar a un punto intermedio entre lo que ella y yo entendíamos por
conversación .
-Ginebra
con tónica- responde ella con una sonrisa girando levemente su cabeza que en
ese momento rozaba casi el suelo en un alarde de contorsionismo, pero sin
perder el hilo de la animada conversación que sus glúteos habían entablado con
mi entrepierna.
Antes
de que yo pudiera acostumbrarme a este
nuevo cuerpo de centauro en que nos habíamos convertido , ya tenía a una
camarera tomando nota de “nuestro” pedido . E instantes después, de nuevo en
posición bípeda y sin darme tiempo a aprovechar el momento para iniciar una conversación,
mi modelo ugandesa decide que podemos ir a la barra para no esperar por las
bebidas, y que la ventaja de estar los dos a la misma altura (bueno, ella un
poco más alta) no es poder hablar sino poder liarnos (y no le faltaba razón,
claro), sólo que cuando me recupero hago el último intento,
-¿Cómo
decías que te llamabas?- Pero era demasiado tarde, su cabeza ya estaba rozando
el suelo de nuevo y nos habíamos metamorfoseado de nuevo en una especie de
Sagitario afroeuropeo. La verdad es que para ser mi primer día como agente
secreto no se me estaba dando nada mal jeje
(Bueno,
para que no os hagáis muchas ilusiones era más tonta que un capazo. Así que
cuando nos estábamos yendo para casa e hizo el paripé de “yo no me acuesto con
nadie la primera noche” me apresuré a asegurarle que me parecía muy bien y a
descansar en mi camita entre el desaforado y casi famiiar croar de las ranas)
Pero
claro, os habréis dado cuenta que ya tenemos a los jefes, las mujeres hermosas,
las misiones secretas pero nos falta… el
malo de la peli. Pues no tardó en aparecer y como en las películas era
oriental. No chino, el malo oficial de por aquí, no indio, que también les caen
de pena, sino sorprendentemente, japonés. Era el nuevo couch surfer (la página
que uso yo para conocer gente), que aunque Marvin sólo se ofreció a ayudarle a
buscar alojamiento se plantó en su casa unas horas más tarde y empezó a cambiar
nuestros planes. La versión oficial es que era cocinero, en efecto, el típico
experto con los cuchillos. No tardó en tratar de infiltrarse en nuestra
“organización”, no como cocinero, sino como intérprete de japonés; y ahí
empezaron los problemas…
En una
conversación aparentemente banal me dijo que me callara y que le diera la razón
en todo.
-What???-
exclamé. Pero antes de que pudiéramos comprobar quién tenía más habilidad con
los cuchillos, Marvin, siempre correcto eligió otro tema de conversación.
El
momento más crítico, no obstante, estaba todavía por llegar. En una reunión
conjunta con la “organización”, el japonés se puso a gritar al “jefe” y a
pedirle 20 dólares por día si quería volver a reunirse con él y que en caso
contrario tuviera cuidado porque no sabía con quien estaba tratando. Yo por
decir algo pregunté por enésima vez cómo se llamaba la “organización”, pero de
nuevo sin éxito.
Hasta
ese momento lo único que había conseguido saber es que mi primera “misión”
sería en París para reunirme con alguien de una importante empresa petrolífera.
Todo tenía ya tal tufillo ilegal y surrealista que me despedí amargamente de la
“organización” y de las aventuras –y peligros- a ella ligados snif snif
Pero
Kampala seguía llena de sorpresas con sus gigantescos y grotescos marabús
patrullando por calles y tejados en busca de residuos que engullir, encuentros
con escritores en la universidad, predicadores gritando entre los coches, y sobre todo los viajes con tres personas en
una moto (llueva o no llueva).
Y más
conciertos, y más números de mujeres mágicamente en mi móvil. Quién sabe, quizá
llame a la periodista del primer día y puede que después de todo el título de
esta entrada debería ser Kampala Mon Amour ;-)
8 comments:
Tremendo episodio con la modelo. Y pobre japonés. Mira que Intentar privarte del derecho a la réplica. No sabía dónde se estaba metiendo... Whaaaat? ¿Qué yo discuto? ¡Que yo no discuto! :D :D
Madre mía Loly, lo mismo nos das una lección de historia que nos cuentas un capítulo de espías. ¡Suerte en tu viaje!
IMPRESIONANTE!!!!q miedo....besotes y cuidate.besos desde Zaragoza
Creo que no te echan de Kampala tan pronto :-P
dime que por lo menos agregasta a la modelo ugandea al facebook...
Afzb Axkf nrb ib bpqáp olyxkal bi mxmbi, v bpqá jrv moblzrmxal. Jb bpqlv ibvbkal rk ifyol nrb exyix plyob ixp mbqoliboxp v pbdrol nrb qb drpqxoíx: Kxafb sfl Jxqofu. Qbk zrfaxal zlk ixp xcofzxkxp!! Rk xyoxwl
Como eres agente secreto deberías poder desencriptar esto.
La pista es: tu nombre 23
Felix, lo intento cuando tenga internet gratis jeeje Jes, lo siento pero no estaba seeguro de que supiera escribir y no queria poner a la pobre en un compromiso. Sara y Cristen, teneiss toda la razon y a Eliahh, demas amigos y mi familia... gracias por seguir mis aventuras!!
Lo que daría yo por una presentación de esa guisa... a la africana! De hecho sería la única posibilidad de que una modelo no me mirara de arriba abajo. ¡Qué gusto leer tus aventuras, César! Aunque a saltos, por aquí te seguimos con preocupación, curiosidad y envidia. Un abrazo!
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