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Monday, 19 October 2009

Jazz in Damascus

Tras bailar con el Fenix de Beirut, y tras planear juguetonamente en Dinamarca, el espirito del jazz nos siguio hasta la ciudad de los suegnos: Damasco.

Se colo en el patio a cielo abierto de una impresionante casa damasquina de marmoles blancos y negros y bajo un arco de unos 10 metros, un grupo Danes empezo a llenar la sala de musica. La voz melosa de sus tres saxos se fue contoneandosepor la calle que llaman recta, entre las tiendas ordenaditas que van cerrando sus verjas de madera bajo la luz amarillenta. Los agudos de la trompeta saltaban y correteaban bajo las panzas de las barrigudas y amables casas de esta ciudad que se acercan unas a otras para continuar su conversacion milenaria...

Y bajo el cielo de Damasco brotaba musica inspirada en el cielo de Hongkong (que no pudieron tocar porque el viento convertia los arboles al islam, haciendoles besar la tierra) y ritmos de Ghana con el bateria dando saltos por el escenario... Por supuesto el jazz de siempre haciendo que las armonia de rectas del edificio se fueran volviendo cada vez mas curvas. Y la gente seguia llegando, y tras desbordar el espacio que rodeaba la fuente central, competiamos con la hiedra por subirnos a las paredes:-) Parecia que el mundo entero acudiera a pasearse por las notas de musica o por el olor a jazmin o galan de noche que exhala la gran mezquita Omeya por toda la ciudad, o para entrever siquiera un minarete por alguna de las callejuelas.

Seguia el jazz como una fuente, contagiando su ritmo poco a poco a los presentes, cuando de pronto surgio como un avatar, el alma femenina de Damasco. Con su larga melena negra parecia un fulgurante giron de noche, la energia volcanica de toda una generacion de mujeres, en un largo y potente lamento que salio en erupcion por el patio llenando de la lava caliente de su voz las calles somnolientas y sensuales. Despues desaparecio de nuevo entre el publico, como si se cubriera de nuevo con un velo.

Los musicos intentaron seguir tocando como si no hubiera ocurrido esa hecatombe, esa rebelion de la naturaleza. Y volvieron los ritmos conocidos, arrulladores, divertidos. Pero cuando empezaron las flautas un simulacro de pelicula de Bollywood con le resto de la orquesta. Surgio un nuevo avatar de esa misma alma, esta vez ondeando la sabiduria milenaria de mujeres aprendida observando un lado y otro de las celosias, experiencias terribles y grandiosas que se entreveraban en su melena rubia. Y rugio.

Esta vez se fueron callando la bateria y los instrumentos de viento. Callo la guitarra con ese lamento que parecia inundar el desierto y susurrar secretos que quiza entendieran solo las solemnes ruinas de Palmira. Solo siguio su lamento, su voz madura y curtida, un sobrio contrabajo que parecia simplemente soltar algunas notas para que esa voz supiera que era escuchada. Luego tambien cayo.

No recuerdo muy bien que paso a partir de entonces, solo que en algun momento estaban los dos timbres de aquella misma voz, la rubia y la morena, entabalando un dialogo que hizo estremecerse y sonreir al rio Rebelde que dio origen al oasis en que nacio la ciudad. Y con esa sabiduria juvenil de miles e agnos, con el rio sonriendo tras los muros, reverdeciendo los antiguos huertos de esta ciudad, fuimos saliendo anonadados.

Fuera seguia Damasco exactamente igual. Como si lo que acababa de pasar viniera pasando desde que enterraron aquel armario de la esposa del sultan (por ciertas sospechas) y ya no se volvieron a leer los versos de su mas famoso poeta...