Pensaréis que estoy hablando de mi hermana por las pintas que lleva, que podría ser ;-) Pero no, os vamos a presentar a Nane Gharan, la auténtica Doña Rogelia iraní:
Quedaros con este personaje entrañable, porque probablemente volverá a salir en alguna entrada. Pero empecemos por el principio para responder a algunas de vuestras preguntas (sobre todo de Diego).
Ya en el avión, una médico iraní que tenía detrás nos ofreció su casa y como era Zoroastriana, nos dio su teléfono para que cuando llegáramos a Yazd ella nos pudiera dar recomendaciones. La legendaria hospitalidad iraní no necesita ni tocar el suelo patrio por lo que parece.
Pero lo que os queríamos contar es que en cuanto aterrizamos, todas las mujeres iranís –que hasta entonces prácticamente todas iban sin pañuelo- se lo pusieron para salir del avión. Así son las cosas. En público, lo que diga el Líder Supremo (Khamenei, no Khomeini que ya murió en 1989). Durante las elecciones de este año en que consiguió su reelección, el presidente Rouhani prometió que conseguiría la libertad del uso del hyjab para las mujeres. Insha´ala. De momento, las que queráis venir traeros fulares y manga larga. Por cierto, que mi hermana me llama ahora Líder Supremo, simplemente porque le recuerdo de vez en cuando amablemente que se le cae hacia atrás el pañuelo ;-)
El visado ahora es muy fácil: sólo tenéis que llevar un seguro de viaje (que también se puede hacer en el aeropuerto por 13 euros), la reserva del hotel para la primera noche (o una carta de invitación) y 75 euros. Bueno, y un poco de paciencia porque igual tardan una horita o dos en dártela ;-) Eso sí, recordad que hay que traer dinero en metálico, aquí no vais a poder usar la tarjeta de crédito.
En el aeropuerto tuvimos nuevas muestras de la hospitalidad iraní cuando el taxista que nos quería llevar, al decirle que estábamos esperando a un chófer del hotel, nos dejó llamar por su teléfono para avisar al hotel de que estábamos allí. Claro que ellos también tuvieron muestras de lo que somos los hermanos Pérez Herrero viajando juntos entre mis regateos y mi hermana usando una aplicación para practicar farsi desde el minuto uno.
Así llegamos a Teherán, a un hostal con un loro que imitaba la risa de mi hermana mientras hablábamos con un psicólogo de animales. Y en la ciudad tuvimos más muestras de hospitalidad. Cuando quisimos comprar algo para comer en un puesto callejero cerca del pslacio de Golestán (el de la foto), una chica se acercó a traducir y luego nos quería pagar las Somosas/empanadillas. Ya habíamos leído sobre el “Ta´arof” -la extrema educación iraní- con la que hasta los taxistas pueden decir que no aceptan el dinero, pero que lo correcto es insistir unas tres veces y normalmente lo cogen. Así que mi hermana casi gritó “NO, NO, NO, NO, NO”, de tal forma que la chica nos pidió disculpas por si nos había ofendido. Como le dijimos que no, volvió a insistir.
Al final nos invitó a comer una desconocida en la calle en nuestro primer día de turismo por Irán. El viaje empezaba bien ;-)
Del reto de cruzar la carretera con coches y motos que no paran (con mi hermana usando la técnica de “la mano de Fátima”, mostrando la palma como si fuera un guardia de tráfico) o del contraste de mujeres completamente vestidas de negro con su chador a otras con pañuelos coloridos que casi no cubren ni la mitad del pelo, no decimos mucho porque ya lo sabréis casi todos.
De los museos de Teherán me sorprendió que el Museo Nacional donde hay algunas esculturas impresionantes de más de 2500 años del glorioso imperio persa –y donde mi hermana casi se desmaya por el tute que le di casi sin comer- es bastante modesto. Pero el museo islámico que está en el mismo recinto tiene todo un despliegue de luces, salas, vitrinas, etc. Vamos, que se le ve un poco el plumero al Líder Supremo.
Y como todo no iban a ser museos, fuimos también a los bazares con esos techos espectaculares como el que habéis visto en el vídeo de doña Rogelia.
Aún así lo más memorable de todo –como os podréis imaginar- es su gente, así que en la próxima entrada os hablaremos de nuestra anfitriona de Couch Surfing en Teherán que nos acabó invitando al cumpleaños de su prima en otra ciudad con toda su familia y pudimos participar del Irán “de puertas para adentro”.
Pero esa es otra historia y debe de ser contada en otra ocasión ;-)