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Saturday, 14 June 2014

El médico que leía a Chinua Achebe

Publicado originalmente por José Naranjo el 04-11-2013 en  http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/2013/11/el-m%C3%A9dico-que-le%C3%ADa-a-chinua-achebe.html Gracias Pepe!!!


Castillo de Elmina, cañón et César Pérez

¿Se imaginan hacer un viaje en el que, cargado apenas con una mochila y saliendo de Sudáfrica, pasen por Botsuana, Zimbabue, Mozambique, Tanzania, Burundi, Ruanda, Uganda, Kenia y Etiopía para luego dar el salto a Senegal y continuar por Malí, Burkina Faso, Benín, Togo, Ghana, Nigeria y más allá? ¿Un viaje en el que conozcan a cientos de personas, descubran culturas increíbles y disfruten de lo mejor (también de lo peor) de África? Pues dejen de imaginar porque les voy a presentar a César Pérez, el médico burgalés que se enamoró de la literatura africana y que empezó su romance con este continente por donde deben empezar las buenas historias de amor, por la pasión del descubrimiento en vivo y en directo, sin intermediarios.

Pero empecemos por el principio. Como él mismo dice, “nací en Burgos un frío 18 de Diciembre de 1980”. Tras estudiar Medicina en la Universidad Complutense y hacer la especialidad en Medicina de Familia en el Hospital Doce de Octubre de Madrid, se arrancó a trabajar en el Centro de Salud Guayaba. Siempre inquieto, se implicó en el movimiento Yo sí Sanidad Universal, desde el que pretendía promover la atención a los inmigrantes sin papeles en contra de las medidas del Gobierno. Pero César, un enamorado de la literatura, sacó tiempo de donde no tenía para hacer el master de estudios literarios de la Complutense. Empedernido lector de autores africanos como Chinua Achebe, “el gran pionero” lo llama él, Ben Okri o Mia Couto, sus preferidos, la idea de viajar a África en cuanto acabara la especialidad le rondaba la cabeza. “Me fascinaba este continente, su cultura tradicional y quería hacer un viaje sin fecha de vuelta fija. Mi anterior gran viaje, al acabar la carrera, fue a la India. Me encantó, pero me quedé con ganas de no haber tenido billete de vuelta. Y de ahí salió”.



Lo conocí en Bamako, a la mitad de su periplo. Un amigo común que vive en Senegal me escribió un día y me dijo que César llegaba esa semana, que le hiciera un poco de Cicerone. Fuimos a tomar una cerveza y un bocadillo de brochetas al Zira, un local situado en el barrio de Hippodrome. Y empezó a contarme. Y yo no podía parar de escucharle. “¿Qué es lo mejor que te ha pasado?”, le pregunté yo. “Todo”, dijo él, “desde el saxofonista de Ciudad del Cabo que desde el primer día te invita a una barbacoa en su casa, ver a las ballenas congregarse en la puntita sur del continente, un hipopótamo que entra tranquilamente en tu hostal a orillas del delta del Okavango, saltar al vacío en las cataratas Victoria, nadar con delfines en Mozambique tras dejar al pintor callejero que te ha acogido en su casa, ver los leones en su espacio infinito del Serengetti, escapar de una situacion delicada rodeado de masais con machetes -gracias a los amigos, como siempre-, dormir en la misma cama con un soldado tutsi de los que liberaron la ciudad durante el genocidio ruandés, que te ofrezcan hacer espionaje industrial... o que una faringitis se convierta en una aventura en medio de las tribus del sur de Etiopía, sin electricidad ni cobertura, donde los niños salían corriendo aterrados cuando me quitaba la camiseta porque nunca habían visto un blanco con pelo en pecho”.

Y seguía hablando y hablando. “Y el cambio en África occidental, con la sensualidad de su arena cálida que te acaricia los pies, las manos que se juntan en el gran bol de comida compartida y el sol y los dioses que parecen bendecirte en un baño ritual en el Baobab Sagrado... Malí, con la misteriosa danza de máscaras en el pais dogon y la historia fascinante de sus tres imperios, donde tuve el privilegio de ser el primer turista en llegar a Gao desde 2009. Y tras la pesadilla de visados en Burkina Faso y Benín, descubrir la cotidianidad del vudú en Ouida o Togoville con los niños saltando entre las estatuas de los dioses y la vendedora de naranjas contándome entre los árboles de las raíces enlazadas que todavía espera ese hijo que nunca llega... Y todos los escritores que me han abierto las puertas de sus casas y del alma de este misterioso y querido continente que te golpea y te abraza a partes iguales. Que te remueve por dentro y te hace pensar como a Itxaso, una masai vasca que conocí en Tanzania, ¿qué será de mí cuando esté lejos de la inmensidad de África?...”.



Habla de escritores, porque el viaje no es sólo placer. Su idea es conseguir contactos en las universidades y hacer entrevistas a distintos autores, allí por donde pasa, para una futura tesis sobre literatura africana en torno al realismo mágico. En su blog, Lolyplanet, César va escribiendo su diario de viaje y colgando pequeños vídeos en donde muestra desde una fiesta Ashanti en Koumasi (Ghana) hasta la mezquita de Djingayreber en Tombuctú (norte de Malí). Y también en su bitácora, que se acerca con curiosidad y enorme respeto a decenas de culturas con las que César tiene la ocasión de compartir, recoge algunas experiencias negativas, como cuando le atracaron en una playa e intentaron violar a su acompañante. Sin embargo, salvo esta dura experiencia, a su juicio “lo más dificil ha sido aprender a gestionar la diferencia en la forma de tratar con el dinero que tenemos africanos y occidentales".

Según César, "la sensación de que cualquiera puede estar siendo simpático contigo porque cree que al final le vas a dar dinero, aunque no sea solo por eso, es muy desagradable. Sobre todo cuando lo mejor que tienen es su genuina y legendaria hospitalidad. Nosotros somos más cartesianos: o lo hago por amistad y es completamente gratis o es un negocio y fijamos el precio de antemano. Ellos son más flexibles o relativistas, como eres mi amigo solo espero que me des un poco de dinero; pero es que ademas le dan dinero hasta a su abuela cuando van a verla y si no tienen dinero, no van. En África occidental, sobre todo en Senegal, se mezcla con esa cultura maravillosa que tienen del compartir. Es el país donde yo he visto más claramente que cualquiera puede entrar en una casa y comer del bol comun donde come toda la familia. Pero esperan que tú hagas lo mismo, y como eres blanco y se supone que eres rico, en teoría te toca poner siempre y más”.



Viaja con lo puesto. Intenta gastar lo menos posible y se va quedando en alojamientos baratos o con gente a las que ha contactado previamente a través del sistema de couchsurfing. Es de buena conversación, excelente diría yo, y de un mal gusto terrible a la hora de elegir camisa. Pronto volverá a España, pero en su pequeña mochila traerá tantas maravillosas sensaciones y recuerdos que harán que este viaje le marque para toda la vida. Compartir con él un pequeño tramo de su alucinante experiencia fue todo un placer. Compartir con ustedes las peripecias de César, el médico burgalés que leía a Chinua Achebe, es abrirles la puerta de un viaje extraordinario. Asómense a su blog y véanlo ustedes mismos.

Le médecin qui lisait à Chinua Achebe

Originalement: José Naranjo | 04-11-2013  http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/2013/11/el-m%C3%A9dico-que-le%C3%ADa-a-chinua-achebe.html

Traduit par: Sara Ortega Nieto (merci Sara!!)

Chateau d´Elmina, canon et César Pérez

Pouvez-vous imaginer de faire un voyage où, en portant seulement un sac-à-dos, vous sortez de l'Afrique du Sud, vous passez par Botswana, le Zimbabwe, le Mozambique, la Tanzanie, le Burundi, le Rwanda, l'Ouganda, le Kenya et l'Éthiopie, pour aller plus tard vers le Sénégal et continuer par Mali, Burkina Faso, Bénin, Togo, Ghana, Nigéria et encore plus loin ? Un voyage où vous connaissez des centaines de personnes, découvrez des cultures incroyables et vous profitez du meilleur (et du pire) de l'Afrique? Arrêtez donc d'imaginer car je vais vous présenter à César Pérez, le médecin de Burgos qui est tombé amoureux de la littérature africaine et qui a commencé son histoire d'amour avec ce continent là où doivent commencer les bonnes histoires d'amour, par la passion de la découverte en première personne, sans intermédiaires.

Mais commençons par le début. D'après ses propres paroles "je suis né à Burgos un froid 18 Décembre de 1980". Après avoir étudié la médecine à l'Université Complutense de Madrid, et avoir fait sa spécialité de médecine générale à l'Hôpital Doce de Octubre à Madrid, il commença à travailler dans le centre de soins Guayaba. Toujours inquiet, il s'est impliqué dans le mouvement  Yo sí Sanidad Universal (moi oui santé universelle), à partir duquel il essayait de promouvoir l'assistance aux immigrants sans papiers contrairement aux mesures du Gouvernement. Mais César, amoureux de la littérature, trouva du temps là où il y en avait pas pour faire le Master d'études littéraires de l'Université Complutense. Lecteur acharné d'auteurs africains tels que Chinua Achebe, "le grand pionnier" d'après ses mots, Ben Bokri ou Mia Couto, ses préférés, l'idée de voyager en Afrique dès qu'il finisse son spécialité commença à lui tourner la tête. "J'étais fasciné par ce continent, sa culture traditionnelle, et je voulais y faire un voyage sans une date de retour fixe. Mon précédent grand voyage, après avoir fini ma licence, fût en Inde. J'avais adoré, mais j'aurais voulu ne pas avoir un billet de retour. Et de là l'idée".



Je lui avais connu à Bamako, à la moitié de son périple. Un ami commun qui habite au Sénégal m'avait écrit un jour pour me dire que César arrivait la semaine même, et que je devais jouer pour lui le Cicerone. Nous sommes allés prendre une bière et un sandwich de brochettes au Zira,un local situé dans le quartier de l'Hippodrome. Et il commença à me raconter. Et je ne pouvais pas arrêter de l'écouter. "C'est quoi le meilleur qui t'est jamais arrivé ?", je lui ai demandé. "Tout", il m'a répondu, "dès le saxophoniste de Cape Town qui depuis le premier jour m'invita à une barbecue chez lui, regarder les baleines se réunir dans la pointe du continent, un hippopotame qui rentre tranquillement dans ton auberge à bord du delta de Okawango, sauter dans le vide dans les Chutes Victoria, nager avec les dauphins au Mozambique  après avoir quitté le peintre errant qui t'a accueilli dans sa maison, voir les lions dans l'espace infini du Serengeti, s'échapper d'une situation délicate entouré de massais avec des machettes - tout grâce aux amis, comme d'habitude-, dormir dans le même lit avec un soldat tutsi de ceux qui ont libéré la ville après le génocide rwandais, qu'on te propose faire du espionnage industriel... ou qu'une pharyngite devienne une aventure au milieu des tribus du sud de Éthiopie, sans l'électricité ni réseau mobile, où les enfants couraient épouvantés quand j'enlevais mon t-shirt car ils n'avaient jamais vu un blanc avec des poils dans la poitrine".

Et il continuait à raconter et raconter. "Et le changement en Afrique de l'Ouest, la sensualité du sable chaud qui te fait des caresses aux pieds, les mains qui se joignent autour d'un bol de nourriture à partager, et le soleil, et les dieux qui paraissent te bénir lors d'un bain rituel dans le Baobab sacré... Le Mali, avec sa danse mystérieuse de masques dans le pays dogon et sa fascinante histoire sur ses trois empires, où j'ai eu le privilège d'être le premier touriste à arriver à Gao depuis 2009. Et après le cauchemar avec les visas au Burkina Faso et le Benin, découvrir le quotidien du vaudou à Ouida ou Togoville, avec les enfants qui sautaient entre les statues des dieux et la vendeuse d'oranges en train de me raconter entre les arbres de racines liées qu'elle attend toujours à cet enfant qui n'arrive plus... Et tous les écrivains qui m'ont ouvert les portes de leurs maisons et de l'âme de ce mystérieux et bien-aimé continent qui autant te bat que te serre dans ses bras. Qui remue quelque chose à l'intérieur de toi et qui te fait penser comme Itxaso, une massai basque que j'ai connu en Tanzanie, qu'est-ce que je vais devenir quand je serai loin de l'immensité de l'Afrique?..." 



Il parle d'écrivains, car le voyage n'est pas que du plaisir. Son idée est de se faire avec des contacts dans les universités et de faire des entretiens à des auteurs différents, là où il va, pour sa thèse future sur la littérature africaine autour du réalisme magique. Sur son blog, Lolyplanet, César écrit son carnet de voyage et il poste des petites vidéos où il montre dès une fête Ashanti au Koumasi (Ghana) jusqu'à la mosquée de Djingayreber au Tombouctou (Nord du Mali). Dans son livre de bord, qui s'approche avec une grande curiosité et un énorme respect aux dizaines de cultures avec lesquelles César a l'opportunité de partager, il reprend aussi quelques expériences négatives, comme quand il est attaqué dans une plage et on essaya de violer à sa compagne de voyage. Cependant, mise à part cette expérience très dure, il juge que "le plus difficile a été d'apprendre à gérer la différence qui pressentent africains et occidentaux dans leur façon d'agir avec l'argent". 

D'après César, "le sentiment que n'importe qui  est sympa avec toi parce qu'il croit qu'à la fin tu vas lui donner de l'argent, même si ce n'est pas que pour ça, est très désagréable. Surtout quand le meilleur qu'ils possèdent est leur magique et légendaire hospitalité. Nous sommes plus cartésiens : soit je fait ça pour amitié et c'est complètement gratuit, soit c'est du business et on fixe le prix avant. Ils sont plus flexibles ou relativistes : vu que tu es mon ami j'attend seulement que tu me donnes un peu d'argent ; mais plus que cela, ils donnent de l'argent même à leurs grandes-mères quand ils vont les visiter, et s'ils n'ont pas d'argent ils n'y vont pas. En Afrique de l'Ouest, surtout au Sénégal, ça se mélange avec leur merveilleuse culture du partage. C'est le pays où j'ai vu le plus clairement que n'importe qui peut rentrer dans une maison et manger du bol commun duquel mange toute la famille. Mais ils attend de toi la même chose, et comme tu es blanc et on suppose que tu es riche, en théorie tu dois toujours donner et donner".




Il voyage avec ce qu'il a sur le dos. Il essaye de dépenser le stricte minimum et il reste dans des logements pas chers ou chez les gens qu'il a contacté au préalable à travers le système de couchsurfing. Il a une bonne conversation, excellente à mon avis, et un goût horrible pour choisir des chemises. Il rentrera bientôt en Espagne, mais dans son petit sac-à-dos il ramènera tellement de merveilleuses sensations et souvenirs qu'il sera marqué à vie par ce voyage. Partager avec lui un petit trajet de son incroyable expérience fut tout un plaisir. Partager avec vous les péripéties de César, le médecin de Burgos qui lisait à Chinua Achebe, c'est vous ouvrir les portes à un voyage extraordinaire. Penchez-vous sur son blog et découvrez-le par vous mêmes.

Tuesday, 31 December 2013

The doctor who read Chinua Achebe

Originally from: José Naranjo | 04 de noviembre de 2013 in http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/2013/11/el-m%C3%A9dico-que-le%C3%ADa-a-chinua-achebe.html

Translated By: MªRosa Pérez Herrero

Elmina Castle, cannon and Cesar Perez

Can you imagine a trip carrying only a rucksack with you, departing from South Africa, passing through Botswana, Zimbabwe, Mozambique, Tanzania, Burundi, Rwanda, Uganda, Kenya and Ethiopia to then jump to Senegal and continue travelling through Mali, Burkina Faso, Benin, Togo, Ghana, Nigeria and beyond? A trip in which  you meet hundreds of people, you discover incredible cultures and enjoy the best (and also the worst) of Africa? Well, stop imagining because I am going to introduce you to César Pérez, the doctor from Burgos, who fell in love with African Literature and started his romance with this continent, from where all good love stories should begin, form the passion of discovering it life, without intermediaries.

But let’s start from the beginning. As he says, “I was born in a cold 18th Decemebr, in 1980”. After studying Medicine in the Complutense University of Madrid and specialising as a Family Doctor, he started off working in the Guayaba Healthcare Centre. Always restless, he got involved in the movement “Yosí Sanidad Universal”, where he attempted to promote health care attention for illegal immigrants, against the Government measures. But Cesar, a literature lover, found the time he did not have to study a Masters in Comparative Literature at the Complutense University of Madrid. An avid reader of African writers such as Chinua Achebe, “the great pioneer” as he calls him, Ben Okri or Mia Couto, his favourites – the idea of travelling to Africa as soon as he finished his specialisation haunted him. “I was fascinated by this continent, its traditional culture and I wanted to travel without a fixed return date”. My previous big trip, when I graduated, was to India. I loved it, but I missed a lot not having a return ticket. So, the idea was born then”.




I met him in Bamako, at halfway of his trip. A common friend who lives in Senegal wrote me one day and told me that César was arriving that week, and that I should be his Cicerone. We went to have a beer and a brochette sandwich at Zira, a place located in the Hippodrome quarter. And he started telling me. And I couldn’t stop listening to him. “What is the best thing that has happened to you?”, I asked him. “Everything”, he said, “from the saxophonist from Cape Town, who from the first day invites you to a barbeque at his house, watching the whales congregating in the South tip of the continent, a hippopotamus that calmly enters in your hostel by the edge of Okavango Delta, a leap into the void  at the Victoria Waterfalls, to swim with dolphins in Mozambique after leaving behind the street painter who has hosted you at his house, see the lions in their infinite space of the Serengetti, scape from a delicate situation surrounded by masais carrying machetes - thanks to friends, as always – sleep in the same bed as a tutsi soldier from the ones who freed the city during the Rwanda genocide, being offered to do industrial espionage…or that a pharingytis turns into an adventure in the middle of the tribes of South  Ethiopia, without electricity, no network, where the children ran away scared when I took off my t-shirt because they had never seen a white man with hair on his chest”.

And he kept talking and talking. “And the change in West Africa, with the sensuality of its warm sand that cuddles your feet, your hands that get together in the big bowl of shared food and the sun and the gods who seem to bless you in a ritual bath at the Sacred Baobab…Mali, with its mysterious mask dance in the Dogon country and the fascinating history about its three empires, where I had the privilege to be the first tourist reaching Gao since 2009. And after the visa nightmare  in Burkina Faso and Benin, discover the day-to-day existence of the voodoo in Ouida or Togoville with the children jumping among the  statues of the gods and the orange seller lady telling me in between the roots-roped trees that she is still awaiting for that song that never comes…And all the writers that have opened me the doors of their homes and the soul of this mysterious and beloved continent that hits you and embraces you in equal measure. That moves you inside and makes you think, like Itxaso, a Basque Masai, who I met in Tanzania, What will happened to me when I am far from Africa’s immensity...? 



He speaks about writers because his trip is not only for pleasure. Hi is idea is to get/make contacts at universities and interview different authors, wherever he goes, for a future thesis of African literature on magic realism. In his blog, Lolyplanet, César writes the diary of his trip, he uploads short videos where he shows, from an Ashanti party in Koumasi (Ghana) to the Djingarayrber mosque in Tombuctu (North of Mali). His log book, which gets closer with curiosity and enormous respect to the dozens of cultures that César has the occasion to share, also compiles some negative experiences, like the one in which he was assaulted at the beach and they tried to rape his companion. However, except for this tough experience, in his opinion “the most difficult thing has been to learn how to manage the difference that Africans and Westerners have in dealing with money”.

According to César, “the feeling that anyone might be nice to you because he thinks that you will give him some money in the end, even if it is not only for that reason, it is very unpleasant. Above all, when the best thing they have is their genuine and legendary hospitality. We are more “Cartesian”, either I do it out of friendship and it is completely free or it is a business and we set the price beforehand. They are more flexible or relativistic, as you are my friend I only hope that you give me a little bit of money; but they even give money to their grandmother when they go to visit her and if they don’t have, they don’t go. In West Africa, mainly in Senegal, this is mixed with that beautiful culture of sharing that they have. It is the country where I have seen most clearly that anyone can enter someone’s house and eat from the common bowl from which all the family eats. But they expect you to do the same, and since you are white and you are supposed to be rich, in theory you have to contribute with more”.




 He travels just with what he needs. He tries to spend as less as possible , he stays in cheap accommodations or with people he has previously contacted through couchsurfing.  He has a good conversation, excellent I would say, and a terrible taste when it comes to choose a shirt. He will go back to Spain soon, but in his small backpack he will bring many wonderful sensations and memories from this trip that will leave a trace for his entire life. Sharing with him a small stretch of his amazing experience was a real pleasure. Sharing with you the adventures of César - the doctor from Burgos who read Chinua Achebe – means opening you the door to an extraordinary trip. Take a look to his blog, and see it with your own eyes.