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Tuesday, 1 November 2011

Mujeres mal de altura y mate de coca

Olga, rusa, de pelo negro, mirada esteparia y... la única despierta en el hostal a mi llegada a parte del de recepción. También la única que me ve a las siete y media de la mañana con mi toallita a la cintura volviendo de la ducha y me explica que no hay que cerrar del todo la puerta al salir de la habitación porque se bloquea ;-)
La Paz está en un socavón entre montañas y mi primera impresión me recuerda un poco a la India con todo el mundo pitando y los minibuses repitiendo sus direcciones sin piedad. Pero aquí no hay vacas, las calles están asfaltadas y muchas mujeres llevan su bombín a la cabeza, faldas coloridas y el niño a la espalda. Todo esto con una constante sensación de leve pesadez en la cabeza que se aumenta al subir una cuesta y que parece mal de altura. Según la Lonely tengo que andar despacito, beber poquito y... dormir solito. Adivinad cuál he cumplido a rajatabla ;-) Y para ayudar un poco de mate de coca.

Daniela, boliviana, con una dulce pronunciación de las erres posiblemente por estudios en gringolandia. Me la encuentro en el museo de etnografía y folclore y se ofrece a explicármelo gratis. No hay nadie más en todo el museo y las luces se apagan si pasamos mucho tiempo sin avanzar. Me explica el vacío, el espacio no bordado en las telas que llaman pampa, los animales que tuvieron que cambiar a la llegada de los españoles por los suyos para evitar la "idolatría". Y lo mejor, la sala de máscaras. Me explica los bailes de los negros con la matraca imitando las cadenas. Los diablos queridos por los mineros que saltan sobre brasas imaginarias y acuden a adorar a la virgen. Máscaras de guerreros amazónicos llenos de heridas. Españoles rubios de larga nariz y luengas barbas, luchando ridículamente con sus espadas.

Una máscara gigantesca de sacrificio a la Pachamama (diosa de la Tierra, diosa madre) que la llevaban los condenados o los fuertes y virtuosos. Ambos tenían muchas posibilidades de morir en la larga danza... (a los virtuosos se les ofrecía antes los placeres gastronómicos y las vírgenes que desearan ;-)

Y de nuevo se apagó la luz, pero esta vez no se encendía y seguíamos completamente a oscuras...

Marion, francesa, de ojos azules y con la mochila a las espaldas desde hace más de un año... y con su novio Julien ;-) Cruzamos juntos el Titicaca desde Copacabana para llegar al norte de la isla del Sol, donde los Incas situaban el nacimiento del sol, de su Dios Viracocha y de Manco Cápac, al que manda buscar el "ombligo del mundo"-Cuzco, iniciando el linaje de los incas.

Como os podéis imaginar nos querían dejar en el sur y al final, más absurdo todavía, nos dejaron en mitad de la isla. Ni un solo turista. Así que cogí el mochilón de Marion, mi mochilita y mi mal de altura y pusimos rumbo al norte. Al final un pescador se apiadó de nosotros y nos llevó en su barca. Gonazalo salía a mediodía al lago con otros diez pescadores y pasaban la noche con las redes extendidas para volver al día siguiente. Mientras me salpicaba el mar en la proa de su barquita y nos mecían las olas al atardecer nos contaba la localización exacta de la ciudad perdida sumergida en el Titicaca y del magnífico tesoro-rescate que arrojaron furiosos al enterarse de la muerte de Atahualpa, secuestrado Pizarro.

Ya en el Norte, en una casa en construcción de su amigo Freddy estuvimos mascando coca con estrictos fines terapéuticos (y escaso efecto en general). Freddy nos contó que todos los niños "tenían" que jugar con las cometas para que los espíritus pudieran bajar a la tierra el día de todos los santos. Después de cenar y de demostrar a Leonardo, el niño del restaurante que tenía cosquillas por todo el cuerpo. Estuvimos separando la mescalina del cactus "San Pedro" usado por los chamanes andinos. Desgraciadamente no lo llegué a probar, así que no os puedo hablar de sus efectos alucinógenos. En vez de eso, desafié nuevamente el mal de altura al subir antes del amanecer para ver el "nacimiento del sol" en el lugar señalado por los Incas. Las nubes se aliaron con el mal de altura, pero no lograron evitar que me ofreciera tumbándome cómodamente en la mesa sacrificial para obtener los favores de Viracocha que me miraba entre sorprendido y divertido, desde la roca sagrada ;-)

De Copacabana, diez horas "teóricas" en bus rumbo a Cuzco, donde me encuentro. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión ;-).

Espero vuestros comentarios!!!