Tuesday, 20 August 2013

Seydi Sow, los djines y la "Reina de las Brujas"

En nuestro viaje al corazón mágico de Senegal nos faltaba hablar de unos compañeros inseparables en la vida de los senegaleses, sus seres invisibles por excelencia: los djines (o genios). Y lo vamos a hacer de la mano del polifacético escritor (técnico sanitario, editor, profesor...) Seyidi Sow y su fascinante trilogía sobre "La Reina de las Brujas".


Este hombre entrañable cuyo topi (gorro) puede adoptar posturas tan inverosímiles en su cabeza como él mismo durante nuestra conversación, pasando del más estricto cientificismo a la más completa aceptación de todo lo relativo al mundo invisible del que parece tener una experiencia personal, nos advierte:

- La Xalwa -retiro místico para la invocación de un djin o un ángel- es sólo para iniciados e implica un gran desgaste físico y un gran peligro pues si pierdes la concentración o te dejas llevar por el pánico provocado por las formas monstruosas que adopta el djin, puedes sufrir consecuencias fatales... Yo mismo pasé en cama un mes entero al término de una Xalwa y sólo al cabo de ese mes empecé a recuperarme...

Pero antes de profundizar en el conocimiento de estos seres, Seyidi hace mención al monumento literario del Cheikh Hamidou Kane para explicarnos un aspecto especialmente difícil de la cultura de su país. Tras la colonización árabe y la simbiosis cultural con el islam, resulta traumático o prácticamente imposible una nueva simbiosis, esta vez con la mentalidad occidental. Escuchamos al sabio Marabou que protagoniza su novela

"Ciertamente, el autor de "La aventura ambigua" no lo dice, pero todos sabemos que el Corán es primero árabe. Se trata por tanto de otra cultura -o el sustrato de una cultura extranjera a la nuestra- , aunque sea de carácter universal. La "Casa Ardiente" donde se dispensa ese sustrato, digamos el Corán, llega a ser finalmente una armonía que marca o conjuga la simbiosis de dos pueblos distintos. Al lado de su maestro, Samba Diallo aprende ese resumen de dos culturas bien imbricadas la una en la otra, habiendo sin embargo conservado cada una algo de ella misma. 
(...)
Antes de ir a Europa, Samba Diallo había ya culminado una primera matamorfosis. Lógicamente, no podía ya completar una segunda mutación. He aquí las razones que me han llevado a decir que su aventura no podía ser otra cosa que una tragedia."  (pág 16)

- El Corán te enseña a sufrir -afirma tajante- Por eso el maestro de las escuelas coránicas debe vivir en la miseria y tradicionalmente sus alumnos debían mendigar para conseguir alimento, recordando a los ciudadanos la cercanía de la muerte. Esto crea muchas tensiones con el mundo moderno que tenemos que aprender a resolver.

Sin embargo esa mezcla es la realidad cotidiana de la mayoría de los senegales, y Seyidi mismo me habla todo el rato de ciencia, de física cuántica y de otros fenómenos invisibles registrados por la ciencia para justificar la existencia de los seres invisibles. Así que ya podemos entender mejor que la llegada del islam, aunque reconocía su existencia, colocaba a los djines en un estatus similar al de los hombres, no al de los dioses como las sociedades tradicionales africanas.

Imagino que lo estaréis flipando con la complejidad de la creencia en unos seres que para la mayoría de los occidentales son pura fantasía pero que "son parte del dogma del Islam" como nos recuerda Laforgue que además nos explica

"Los djinn están hechos de fuego, los hombres de arcilla y los ángeles de luz. La tradición hace remontar su creación a mil años antes que la de Adán."

O sea que mil años antes que nosotros ya existían estos seres que nos cuadriplican en número y que según otros autores pueden predecir con precisión hechos que ocurrirán dentro de miles de años pero que no pueden recordar lo que pasó ayer, al contrario que los humanos, por lo que podemos sernos de gran ayuda mutuamente. Los hay buenos y malos, musulmanes y no musulmanes (!), tienes sus ciudades y sus guerras, e incluso pueden tener relaciones "carnales" con los humanos. De hecho en San Luis me contaron la historia de un hombre que decía ser hijo del djin femenino protector de la ciudad y lo demostraba lanzando un anillo a las profundidades de las aguas turbias del río, recuperándolo tras breves instantes de buceo...

En su libro, Seydi Sow va un paso más allá. Nos presenta un ser, la Reina de las Brujas que es la viva imagen del mal (su poder parece venir directamente del diablo) y que tiene atemorizados a los propios djines a cuya ciudad a causado males terribles. El gran Marabou que personifica la Bondad, la descubre intentando robar, a través de sus sombras, el alma de varios habitantes del pueblo.

-Muchos de nosotros creemos -nos confirma Seydi Sow- que si nos roban la sombra, nos roban el alma.

Un ejemplo más de esta compleja simbiosis cultural de la que hablábamos. Varias culturas africanas creen que a parte del Ni, alma o fuerza vital heredada de un difunto del que recibimos el nombre, tenemos el Dya sombra y doble. Es la base del vudú en la que si dañan una parte de tu doble te dañan a ti, de la creencia en que todos tenemos una estrella que nos representa en el cielo y que se extingue a nuestra muerte, de los viajes astrales...

"La Reina de las Brujas" es pues el eterno combate del Bien contra el Mal, de la grandeza de sacrificarse por los demás contra la codicia y el ansia de poder. Dando así a los jóvenes que parecen ser el objetivo principal del escritor, un ejemplo vital que poder seguir. Ya que a Thierno, el sabio Marabou de la novela y hombre de nuestro tiempo

"El que los tiempos cambiaran no le hacía ningún mal, porque el ser no es más que una flor a la que fecunda el polen que viene de lejos (...) Lo que le hacía mal era que creyeran que toda realidad no demostrada no pueda ser verdadera." (pág 82) 

Y para el que el conocimiento, a parte del Corán, viene de lo que nos rodea, de la propia arena que nos reconforta que calienta y casi acaricia nuestros pies como en la novela de Ken Bugul. Salvo cuando los hombres luchan por la posesión de la tierra, Thierno nos recuerda que 

"Para ellos, la arena era mito y filosofía. A menudo ayuda a comprender el mundo. Es el mundo. El elemento que explica y justifica toda vida." (pág 87)

Así que os dejo paseando con mis chanclas por las cálidas y sabias arenas de mi tranquilo barrio de Guédiawaye, entre amigos, djines y ángeles protectores, con decenas de niños gritando mi nombre para que juegue con ellos y tal vez preparar nuestra próxima batalla en el eterno combate del Bien contra el Mal...







 










1 comment:

Chema said...

comentarioooooo!!!!

jajaja un abrazoteee enorme!!
chema