Tiembla Harry Potter.
En la vivaz conversación que siguió a los saludos iniciales y tras contarle nuestro propósito, yo no paraba de oír tras el nombre del fetiche bugul toubabs que curiosamente sabía lo que significaba: Al dios de nuestros antepasados no le gustan los blancos. (Y no le culpo) Mi amigo Pape haciendo uso de toda su amabilidad y diplomacia le explicaba que yo era ya parte de la familia y que seguro que había alguna forma de hacer una excepción; Djike no parecía convencida y le contaba ejemplos de otro pueblo donde una monja había salido espantada tras ver al dios en su forma animal venir hacia ella por acercarse al baobab sagrado...
Para distender un poco la conversación le contamos anécdotas de la familia y le sacamos fotos -como la de arriba- que le encantan. Así que cuando digo todo lo que se decir en wolof se ablanda finalmente y me dice que antes de salir de Dakar haga un sacrificio al fetiche para anunciarle mi llegada.
Un sacrificio!
Ya me veía yo en plena capital blandiendo un cuchillo para degollar a un gallo en el lugar indicado... pero no. Fue bastante más sencillo. Como resulta que al dios le gustan los niños, el sacrificio consisitía en preparar una especie de arroz con leche pero sin arroz e invitar a los niños del barrio. En realidad, el día del viaje, sólo hubo que salir a la pueta a decirlo una vez y en unos instantes el bol ya estaba limpio como una patena ;-)
Si seguís leyendo estas entradas vais a viajar a pueblos recónditos del interior de Senegal, vais a entrar en contacto con los viejos dioses de sus antepasados, conoceréis a sus adivinos, entraréis en la botica de sus hechiceros y, por la noche, oirés las viejas historias de sus reyes; algunos tan sanguinarios y poderosos que sólo pudieron alejarlos de la ciudad hasta que desaparecieron para siempre en el bosque sagrado... Quizá, después de todo esto no sea magia para "principiantes" ;-)
La aventura comenzó una mañana cuando al levantarme vi que en el salón estaba la familia un poco más seria que de costumbre y un primo que ya conocía pero esta vez completamente "achorrado" en el sofá, carente de expresión y que me da mecánicamente la mano sin decir nada. Será el ramadán -pienso- y me voy a la ducha. Pero al volver veo cada vez más vecinos en el salón y recibo respuestas evasivas, así que salgo a buscar a mi amigo para que me aclare el misterio.
Resulta que el primo, un fornido luchador de lucha senegalesa, actualmente sin trabajo, manteniendo a duras penas su club de fans pero con la mujer y las hijas viviendo en casa de sus padres y pidiendo el divorcio, esa mañana sin previo aviso se lo habían encontrado rebuscando algo a orillas del río vestido completamente... de mujer!!
Así que mientras yo dormía, habían quemado en casa unas ramas que espantan al diablo y para cuando yo me desperté ni vi al diablo ni el luchador estaba vestido de mujer; estaba simplemente catatónico. Poco a poco, tras encerrarle en su habitación, se fue recuperando. Y aunque no recordaba nada de lo ocurrido esa mañana, se reía cuando se lo contaban y decía algo así como
- Eso es la cabrona de mi suegra que ha pedido a un marabou que me hechize para que mi mujer se divorcie de mi.
Dejando de lado la necesidad o no de un hechicero para que su mujer le pida el divorcio, la pregunta es ¿Y ahora, qué hay que hacer???
- Tenemos que ir al pueblo de nuestros ancestros para pedir la protección de su dios -ellos dicen fetiche-
- Y yo... puedo ir?? -pregunto sin poder contenerme
Aunque me respondieron que sí al instante, al ser blanco, el caso era más complicado de lo que parecía y primero teníamos que hablar con la persona más anciana del pueblo que quedaba en Dakar. En este caso por suerte Djike, la entrañable abuela materna de Pape
- Eso es la cabrona de mi suegra que ha pedido a un marabou que me hechize para que mi mujer se divorcie de mi.
Dejando de lado la necesidad o no de un hechicero para que su mujer le pida el divorcio, la pregunta es ¿Y ahora, qué hay que hacer???
- Tenemos que ir al pueblo de nuestros ancestros para pedir la protección de su dios -ellos dicen fetiche-
- Y yo... puedo ir?? -pregunto sin poder contenerme
Aunque me respondieron que sí al instante, al ser blanco, el caso era más complicado de lo que parecía y primero teníamos que hablar con la persona más anciana del pueblo que quedaba en Dakar. En este caso por suerte Djike, la entrañable abuela materna de Pape
En la vivaz conversación que siguió a los saludos iniciales y tras contarle nuestro propósito, yo no paraba de oír tras el nombre del fetiche bugul toubabs que curiosamente sabía lo que significaba: Al dios de nuestros antepasados no le gustan los blancos. (Y no le culpo) Mi amigo Pape haciendo uso de toda su amabilidad y diplomacia le explicaba que yo era ya parte de la familia y que seguro que había alguna forma de hacer una excepción; Djike no parecía convencida y le contaba ejemplos de otro pueblo donde una monja había salido espantada tras ver al dios en su forma animal venir hacia ella por acercarse al baobab sagrado...
Para distender un poco la conversación le contamos anécdotas de la familia y le sacamos fotos -como la de arriba- que le encantan. Así que cuando digo todo lo que se decir en wolof se ablanda finalmente y me dice que antes de salir de Dakar haga un sacrificio al fetiche para anunciarle mi llegada.
Un sacrificio!
Ya me veía yo en plena capital blandiendo un cuchillo para degollar a un gallo en el lugar indicado... pero no. Fue bastante más sencillo. Como resulta que al dios le gustan los niños, el sacrificio consisitía en preparar una especie de arroz con leche pero sin arroz e invitar a los niños del barrio. En realidad, el día del viaje, sólo hubo que salir a la pueta a decirlo una vez y en unos instantes el bol ya estaba limpio como una patena ;-)
Así que esperando que esto fuera suficiente y luchando como podíamos con la lluvia torrencial que se desató, nos pusimos en marcha. Todo era ligeramente más extraño de lo normal como este hombre aue nos encontramos con un dedo gigante
Ya en el autobús, cuando mis dos compañeros dormían y yo contemplaba el paisaje que se hacía cada vez más verde y salvaje a medida que nos adentrábamos en el interior de Senegal...
Boooom!!!
Una rueda había estallado justo debajo de nuestros asientos!
Ya en el autobús, cuando mis dos compañeros dormían y yo contemplaba el paisaje que se hacía cada vez más verde y salvaje a medida que nos adentrábamos en el interior de Senegal...
Boooom!!!
Una rueda había estallado justo debajo de nuestros asientos!
Estábamos todos sanos y salvos, pero... Era esto un mal presagio?
Para responder a la pregunta nos alejamos un poco y El luchador, sacó unas conchas del bolso, las lanzó tres veces sobre la arena y tras señalar dos que estaban en paralelo pero en direcciones contrarias nos explicaba que simbolizaban la partida y el regreso y que la disposicion de las otras conchas entre medias presagiaba el éxito de nuestros propósitos.
Así que continuamos el viaje, ahora todos despiertos. Y tras llegar a la parada de la región de Fatick tuvimos que coger unas motos para llegar -por los senderos de tierra rodeados de baobabs y de campos de un verde fresco y exhuberante- hasta el encantador pueblo de los antepasados.
Sin electricidad ni agua corriente pero con una impresionante amabilidad y la acojedora belleza de las paredes de barro y los mullidos techos de paja rodeandonos en el patio central de la concesión familiar se fue haciendo de noche mientras encadenábamos la ruptura del ayuno con los saludos, y la cena y las historias de reyes y la noche con sus estrellas y la abuela contándos la vez que el fetiche en su forma de serpiente se presentó ante ella un día en el granero... y poco a poco fuimos quedándonos plácidamente dormidos con nuestros sueños sólo turbados quizá por el encuentro que tendría lugar al día siguiente bajo el baobab sagrado...
¿Os atrevéis a seguirnos en la próxima entrada?
;-)
Para responder a la pregunta nos alejamos un poco y El luchador, sacó unas conchas del bolso, las lanzó tres veces sobre la arena y tras señalar dos que estaban en paralelo pero en direcciones contrarias nos explicaba que simbolizaban la partida y el regreso y que la disposicion de las otras conchas entre medias presagiaba el éxito de nuestros propósitos.
Así que continuamos el viaje, ahora todos despiertos. Y tras llegar a la parada de la región de Fatick tuvimos que coger unas motos para llegar -por los senderos de tierra rodeados de baobabs y de campos de un verde fresco y exhuberante- hasta el encantador pueblo de los antepasados.
Sin electricidad ni agua corriente pero con una impresionante amabilidad y la acojedora belleza de las paredes de barro y los mullidos techos de paja rodeandonos en el patio central de la concesión familiar se fue haciendo de noche mientras encadenábamos la ruptura del ayuno con los saludos, y la cena y las historias de reyes y la noche con sus estrellas y la abuela contándos la vez que el fetiche en su forma de serpiente se presentó ante ella un día en el granero... y poco a poco fuimos quedándonos plácidamente dormidos con nuestros sueños sólo turbados quizá por el encuentro que tendría lugar al día siguiente bajo el baobab sagrado...
¿Os atrevéis a seguirnos en la próxima entrada?
;-)
4 comments:
La gran historia ha tardado, pero ha llegado....ya tengo ganas de leer la segunda entrada. Dejaremos los maasais para el segundo viaje africano :)
que intriga!!!!!!!!!!! joder! y es que es de verdad!!!!
Un libro tuyo sería maravilloso.
Gracias Silvia Y Rous! Ya tenéis la continuación disponible jeje
Y no sé quién es "Cosas que mueren bajo el sol" pero muchíííísimas gracias ;-) Ya me voy contento jeje
Post a Comment