Saturday, 18 May 2013

El Lazarillo de Tolkien


Ahora que ya estáis situados en la Tierra Media de los abismos, Abisinia, o Etiopía para entendernos, os cuento.

Tras dejar atrás las paellas y el suavizante de casa de Jimena y aterrizar en Addis, el primer paso era llegar al hotel. Procedí a preguntar a una trabajadora del aeropuerto que me dijo -muy sonriente- que sólo se podía ir en taxi, 10 euros. Pareciéndome extraño, aunque con cierto sentimiento de culpa por desconfiar, me animé a preguntar a otro empleado;el cual, a pesar de que yo le señalaba el dibujo de un autobús en una de las salidas, corroboró la versión de su compañera con idéntica sonrisa.

Yo ya cabizbajo y dispuesto a tirar la toalla me dirigí al señor de los taxis. Pero en el último momento, en vez de pedir un taxi se me ocurrió otra pregunta: DÓNDE se cojen los minibuses que van a la ciudad? Allí, me señaló, 25 céntimos. Jeje. Así que, ya con aire triunfador me dirijo a los minibuses y -puros reflejos- digo 'a Piazza, 25 céntimos?' Y otra vez el baile hasta que consigo pagar lo mismo que los demás.

Esta introducción estuvo muy bien. Así que cuando llegué al hotel que sólo tenía habitaciones carísimas y un lugareño me invitó a su casa yo, inasequible al desaliento... acepté. Una pasada. La casa un cuchitril incluso para mis estándares africanos, pero con todo el vecindario montando una fiesta flamenca con los hombros arriba y abajo, rodeándome de cervezas y comida (Injira con huesacos de cabra), así que genial. Ya se empezó a torcer cuando al ir a salir pata seguir la juerga, su tío -que también vivía en el cuchitril para que su mujer y sus hijos no vieran los pedos que se cogía ni las amantes que intentaba tener- hace como que lee un cuaderno del revés y dice 'sabrás que como todos los huéspedes tienes que pagar...' mi amigo le cortó en seco y salimos. Pero en cuanto llegamos a un local en que cantaron canciones sobre mi, mi 'amigo' me pidió que le prestara dinero, que se lo había dejado todo en casa. Unos 30 euros, una pasada, porque 'yo quiero que te lo pases bien'.Otra vez el baile. Y yo ya a cocacolas, porque cualquiera se relaja. Al final le pidió a otros amigos y terminamos la 'juerga'. Al día siguiente el tío pidió un desayuno de campeones y luego me enteré que estaba invitando yo. Les dije que una y no más, santo Tomás. Pero a la comida otra vez el pasodoble. Yo quería aguantar -sin pagar pero con ellos- hasta la tarde que había una 'celebracion' en la que se mascaba hierba, chat. La 'celebración' resultó ser en un bareto estilo la Cate en Burgos donde íbamos de calimochos. Ahí sí que pagué yo una bolsa de chat para compartir. Pero sorprendentemente volvió el rondó cuando mi 'amigo' me dijo que era un insulto a su cultura si no le invitaba a otras dos bolsas. Yo intentaba explicarle en inglés que 'mis cojones treintaytrés' cuando el rastafari de al lado me dijo algo así como que si seguíamos discutiendo le estropeábamos el karma. Así que, agradeciendo a todos efusivamente su hospitalidad, me fui a dar una vuelta hasta que mi 'colega' encontró a otro patrocinador, se mascó las tres bolsas y me llamó para invitarme a una cerveza de reconciliación.

Oye pues muy bien. Pero cuando su tío gilipollas le dejó caer que no éramos bienvenidos al sarao de la noche (aunque me había invitado todo el vecindario), ooootra vez a pedirme dinero porque iba a venir su novia y al no ceder, acabé yéndome con mochila y todo a casa de otro amigo en mitad de la noche: una habitación todavía más cutre en la que dormimos cuatro. Muy majos, eso sí. Sólo os digo que al día siguiente cuando me fui a un hostal con cucarachas y que resultó estar lleno de prostitutas, respiré aliviado.
A parte de ellos la ciudad está llena de ciegos y de niños que no van al cole y se ganan la vida como pueden. Un clásico es cuando uno te habla por un lado y otro, cubriéndose con la tabla de los chicles que vende, intenta echarte la mano al bolsillo. Le aparto casi sin mirar y le digo 'no esta vez, my friend'. Mi Lazarillo sonríe. Gajes del oficio, parece pensar, y sigue su camino.

Todo esto en un país donde todo el mundo se chulea de que nunca han sido colonizados. El truco es muy francés. A los cinco años en que estuvieron los italianos hasta que los echaron los franceses lo llaman 'invasión', y ya tienes el orgullo patriótico intacto. Lo que no impide a alguno excusar el desastroso estado de su educación 'porque como no hemos sido colonizados...' Me estás diciendo que preferiríais haber sido colonizados? 'Claro, así estaríamos civilizados' (sic) Musolini se correría de gusto.

Pero para ser honestos, eso es sobre todo en Addis. Etiopía es esto y todo lo demás. Su fantástica música con gente batiendo tambores en cualquier lugar. Mucha gente dispuesta a charlar contigo tranquilamente el tiempo que quieras o invitarte a sus casas. La sonrisa fácil. La profunda religiosidad. Sus labradores arando la pedregosa tierra aparentemente igual desde el principio de los tiempos. Los legendarios castillos, las fabulosas iglesias talladas en roca...

Y sobre todo, la ceremonia del café; el delicioso café etíope. Que, como la japonesa del té, para mi sintetiza lo mejor de su cultura. A veces hasta esparcen en el suelo las hojas verdes de papiro que sobran tras fabricar sus barcas, representando su tierra en la estación más fértil. Tostar el café con brasas y acercártelo para que lo huelas antes de triturarlo en el típico mortero africano y hervirlo en su elegante 'cafetera'. Así que, todavía con el olor a incienso en el aire, os invito. ¿Quién se anima?





Pd: Efectivamente, no he sido capaz de poner todos los vídeos en uno. Si alguno sabe...

Pd 2: Otras dos cosas "legendarias" son mi gordura y mi blancura. Cómo puedo seguir igual de blanco y gordito tras siete meses dando tumbos por diez países africanos es algo que también se preguntan por aquí. Otro misterio etíope ;-)

1 comment:

Diego said...

César, después de llevarnos por un proceso que dura nada menos que 4 vídeos, ¡¡al final no te vemos beberte el café!! :-P

P.D.: Confirmado que todos los vídeos se ven bien :-)