Friday 9 December 2011

Macondo

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo..."

Así recita Agustín entre cervezas el comienzo de Cien años de Soledad. Estamos en Aracataca, buscando el mítico Macondo de la infancia de Gabo. Nada más preguntar por la casa del escritor nos invitaron a cervezas y así seguimos hasta coger in extremis el último autobús de vuelta sin habernos acordado ni de comer ;-) Sólo nos dejaron un ratito para ir a la casa-museo que, aunque estaba cerrada al ser festivo, la abrieron ¡sólo para nosotros! ¿Queréis acompañarnos a la casa del realismo mágico? Pues adelante...




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Pero esto es sólo la casa, el realismo mágico está por todas partes, "como cuando anularon una serenata" aclara Jose mientras va pidiendo otra rondita. Dos amigos fueron a cantar bajo el balcón de la enamorada de uno de ellos. Como el susodicho "enamorado" estaba un poco enfadado con su novia, quería ir a cantarle canciones de rencor y de reproches pero su amigo, quizá para ayudarle, sólo tocaba dulces canciones de amor. Así que al terminar, el enojado "enamorado" se lo echó en cara y empezaron a discutir hasta que el amigo dijo que eso tenía fácil solución. Volvió al balcón y congregó a gritos a todos los vecinos para anunciar con voz solemne que "¡la serenata que acabamos de dar queda completamente anulada!". "O lo de que aquí se quemaban fajos de billetes" añade alguien cuando se calman las risas. Parece ser que cogían un paquete de "esperma" (al ver mi cara de estupor me explican que eso es un fajo de velas y se desternillan de la risa), las envolvían con un billete antes de prenderlas y la imaginación caribeña hace el resto. "El Caribe es uno solo, como dice Gabo" sentencia Agustín que vuelve de "dar la mano al padre de sus hijos". Tras alguna cerveza conseguimos movernos hasta el puestecito del único familiar de Gabito en el pueblo, su primo hermano de 75 años que lo primero que hace es ponernos una rondita de cervezas dándonos las chapas "para que no entre carne, que vale doble" (que no entren moscas ;-)
Para calentar, los amigos se marcaron un monólogo sobre sus mujeres. "Cuando llego tomao mi mujer da unos golpecitos así con el pie -cuenta Agustín, escenificandolo- y me dice "¿De donde viene el hombre??" y yo respondo, Ah pues yo pensé que del mono, pero no sé..." Entre carcajadas arranca otro "pues la mía al principio decía ¡qué lindo! pero tras un mes seguido de tragos se enfadó de verdad y yo le dije: Ah, como me veías más lindo cuando tomaba por eso seguía tomando mi amor..." Y otra ronda de cervezas, que se le calientan al médico.

"Pero aquí no todos quieren a Gabo" nos dice el primo, más serio. Y nos pone un vallenato donde se le critica por no mandar dinero a Aracataca y dejar caer la casa donde nació. "Lo que no saben es que para cuando empezó a degradarse la casa ya no era de los García Márquez. Y además un día me llamó Gabito y me dijo "vete donde el alcalde y le preguntas qué obra haría falta para dar un impulso al pueblo, cueste lo que cueste. Me lo dices y te envío el dinero". Pero al ir donde el alcalde y ver mis zapatos viejos me dio la espalda y sólo se volvió al decirle que era de parte de mi primo. Insistió en que quería hablar con él, se fue hasta Cartagena y cuando mi primo le dijo que hablase directamente conmigo -perdía la foto con el Nobel- ya no me volvió a hablar de ninguna obra..."

"Es que hay gente que ni lo ha leído y no saben la maravilla que hizo con la literatura", "¡pero si antes nadie sabía que existía Aracataca!" van añadiendo entre brindis. Y en medio de la "mamadera de gallos", de las bromas, nos van contando que Cien años de soledad es como la Biblia, que empieza con el Génesis, la creación del mundo y acaba con el Apocalipsis de la familia Buendía, con la misma profusión de nombres y genealogías; con su Ángel inocente pero Terrible: Remedios la Bella que asciende al cielo entre sábanas blancas. Nos explican que su abuelo le enseñó "lo que pesaba un muerto" por uno que todavía pesaba en su conciencia y eso se mezcla con las supersticiones de los indios Guajiros de donde venía su familia. Le influyeron -dicen- las historias de sus tías solteronas... "pero sobre todo la imaginación increíble de Gabo" puntualiza Agustín, "es como el Messi de la literatura" aclara Jose.

Y también nos hablan del amor de su madre por el telegrafista, negado por el abuelo que para evitarlo mandó a su hija a otro pueblo, pero gracias a los compañeros del telegrafista consiguieron seguir en contacto. Y cuando nació Gabo el abuelo aceptó a regañadientes pero exigiendo criar él mismo a su nieto...
Y hablando de amor, enlazan "el otro día llego de rumbear y encuentro a mi mujer haciendo las maletas. "Me voy, ya estoy harta", me dice. Así que me pongo a hacer yo también la maleta y le digo, bueno mujer pues nos vamos juntos y ya está. Y claro, se rió y se le pasó el enfado. El truco con las mujeres es no tomárlas demasiado en serio..."

Para compensar tanto chiste machista le dicen a Marie: "al médico lo tienes enamorado como perro blanco". Sea lo que sea eso ;-) Al final salieron cinco motos como de la nada y nos llevaron donde paraba el autobús.

Allí había una frase de Gabo que le encantaba a Agustín y con ella nos despedimos de este pueblo maravilloso con más de mágico que de realismo, de nuestros panas caribeños modelo 47 (nacieron o "les ensamblaron" en el 47 ;-), de su risa franca regalada y su hospitalidad sin medida; y de un pedacito de nuestro corazón que quedará para siempre en Macondo...




"Me siento latinoamericano de cualquier país, pero sin renunciar nunca a la nostalgia de mi tierra: Aracataca, a la cual regresé un día y descubrí que entre el realismo y la nostalgia estaba la materia prima de mi obra"

2 comments:

Anus said...

Chiguito Gabriel Garcia Marquez, es tú ídolo, pero esta claro que no el de tus fans.....¿no? lo que más me ha gustado lo del médico enamoradito como perro blanco, sea lo que sea eso.....
Tq

Mya said...

Verry thoughtful blog