Monday, 12 December 2011

Bogotá, dulce niña pálida...

Después de dejar un pedazito de corazón en Macondo y los abrazos con Diego en Barranquilla, llegué por fin a Bogotá, la ciudad de los poetas enamorados, los héroes libertadores y los... ¡fantasmas!

Os invito a un paseo desde la plaza de Bolívar pasando por la casa de Manuelita Sáenz, la "libertadora del Libertador" ;-)





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Os falta el enamorado poeta Bogotano, Jose Asunción Silva, introductor del modernismo en América con su famoso Nocturno

"Oh dulce niña pálida, que como un montón de oro
de tu inocencia cándida conservas el tesoro;
a quien los más audaces, en locos devaneos,
jamás se han acercado con carnales deseos;
tú, que adivinar dejas inocencias extrañas
en tus ojos velados por sedosas pestañas,
y en cuyos dulces labios -abiertos sólo al rezo-
jamás se habrá posado ni la sombra de un beso...
Dime quedo, en secreto, al oído, muy paso,
con esa voz que tiene suavidades de raso:
si entrevieras dormida a aquel con quien tú sueñas,
tras las horas de baile rápidas y risueñas,
y sintieras sus labios anidarse en tu boca
y recorrer tu cuerpo, y en tu lascivia loca
besar tus pliegues de tibio aroma llenos
y las rígidas puntas rosadas de tus senos;
si en los locos, ardientes y profundos abrazos
agonizar soñar de placer en sus brazos,
por aquel de quien eres todas las alegrías,
¡Oh dulce niña pálida!, di, ¿te resistirías?"

En los siguientes Nocturnos, cada vez que la pálida luna bogotana alumbra su dolor, descubrimos la muerte de su amada (quizá su hermana Elvira)... hasta que le pidió a su médico que le dibujara una cruz donde se encontrara el corazón y ahí mismo entró la bala que acabó con su melancolía. Por eso los bogotanos confunden esta estatua del vacío en el corazón, con su querido poeta





Pero no os vayáis a pensar que en esta ciudad todo es trágico. Para relajarnos, demos una vuelta por uno de los parques navideños y escuchemos a sus famosos cuenteros





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Como ya lo visteis en el rap y es tan conocido, no os doy más la lata con Botero. Pero ya que no pude hacerlo en su lugar de nacimiento, Popayán, ni en su lugar de creación, Cali (porque no encontré museos suyos) no me resisto en esta capital cultural a poneros una obra del gran artista-fotógrafo Antonio Muñoz: Narciso





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La figura de carboncillo sobre el agua va acercándose poco a poco a su sombra (¿su identidad? ¿su verdad? ¿su alma?) a medida que desagua el sumidero, pero cuando se encuentran, ya es demasiado tarde. Quizás el arte nos ayude a descubrir lo que buscamos un poquito antes.
Vaya... Como ya me he vuelto a poner un poquito intenso, voy a terminar respondiendo a la pregunta que os interesa: "¿Cómo se liga en Bogotá?". No tengo ni idea jeje pero os voy a contar cómo se hacía antes por si os sirve. Había que ir con el suegro a LA casa de citas, sentarse hombro con hombro mirando cada uno en una dirección y dedicar las galanterías más respetuosas que se te ocurrieran. Si no le parecías mal al suegro te permitía por fin acariciar con la punta de los dedos el... meñique de tu amada. Y pasabas a la segunda fase: la suegra, que se encargaba de la parte más monetaria y organizar los pormenores. El plan B era escaparse, como os podréis imaginar ;-)

Esto es todo lo que os puedo aconsejar. Aquí se acaba mi viaje por esta ciudad a la vez dominguera-despreocupada y torturada, leal y traicionera. Por este hermoso país, fénix a medias; que fascina siempre, pero te quema o mancha de ceniza si te acercas demasiado. Y por la maravillosa y acogedora América latina. Así que os deseo suerte con los meñiques como a esta exitosa pareja...





PD: Sigo sin poder creerme que la última canción que he escuchado por las calles de Bogotá haya sido de Nino Bravo
PD2: Llegar a casa y que Francis te esté esperando con la casa limpia y la nevera llena, no tiene precio. Gracias Francis y gracias a todos por "acompañarme" en este viaje, sin vosotros no habría sido igual. ¡¡Un abrazo!!

Saturday, 10 December 2011

Navidad de arena y sal

Ya que me he saltado un poco el orden, qué mejor que hablar de la costa colombiana... ¡¡en Navidad!!
Como os dije, el primer fin de semana con Diego nos fuimos a la elegante Cartagena (ellos encima a una boda high class ;-). Al entrar a la ciudad llamamos al hotel a preguntar cómo llegar y nos dijeron que habían cancelado nuestra reserva porque ¡¡se quedaron otros huéspedes!! ¡Sin avisar ni nada! El caso es que como la prima de Marian nos había ofrecido el piso, nos solucionó la papeleta... ¡y qué piso! Os invito a mirar por el ventanal que rodeaba el salón








De la mágica ciudad amurallada, de las plazas que te sorprendían de repente tras el recodo de cualquier callejuela con su sabor a siglo de oro... de las danzas negras al ritmo de los tambores a la luz de la luna o de la salsa discreta que bailan en las wiskerías no hice fotos por no sacar el móvil ;-) Pero tengo una de los conciertos nocturnos en la plaza Bolívar, uno de los lugares propicios para el amor que diría Cortázar, con varias parejas en combate silencioso para ver cuál se ama más y mejor; a pesar de los vendedores intentando sin éxito distraer los labios con pétalos de rosa o la luz de los ojos con el flash de las cámaras. Nada detiene a los contendientes, arrullados por la música lejana, la luz suave e inspirados por el Libertador al que le hacen así su hermoso y sincero homenaje... Pero estábamos en la foto con los artistas ;-))




El tercero por la izquierda es Sergio y el que hace la foto Rubén, los espontáneos Cicerones que nos guiaron por la noche Cartagenera de trago en trago hasta llegar felices al mar y las estrellas.

Guardo las inspiraciones filosóficas de Diego para ocasión más propicia y os invito a subir al velero de Sebastían, otro amigo de Marian (¡¡¡gracias Marian!!!) y aprender el ABC de la navegación ;-)




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De Cartagena ya os conté lo de Santa Marta y de ahí al pequeño paraíso de pescadores llamado Taganga








"A sus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino..." Con la ayuda de Serrat, aunque no sea el Mediterráneo, os voy a llevar descalzos entre piedra, fango y arroyos por el cercano parque de Tayrona. ¿preparados?




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Y me despido presentándoos a los dos tipos de amigos que hicimos por el camino. Hay uno que muerde y otro que no ;-))




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En estas hamacas nos quedamos, mecidos por el rumor de las olas y al calor de la amistad. Ahora sí: ¡¡Feliz Navidad!!

Friday, 9 December 2011

Las tres caras de Bolívar, el Libertador

De Cartagena y tras pernoctar breve pero agradablemente en Barranquilla fui a Santamarta en un taxi "puerta a puerta" que llegó a "mi puerta" dos horas tarde. Pero mereció la pena porque uno de los pasajeros era Ernesto, que venía de un reencuentro con compañeros de colegio después de 50 años. No paramos de hablar en todo el viaje. Comparamos el elitismo limeño de clase, de color con el económico de Colombia donde la nueva generación de jóvenes juppies tienen que aparentar todo el rato con ropa de marca, coches buenos. "Eso no era así antes del narcotráfico, antes del dinero fácil que ha dejado malas costumbres", aclara. Comparamos la elegancia y el dominio de la técnica literaria de Vargas Llosa con la sensualidad y la profundidad de García Márquez a pesar de su lenguaje cercano y coloquial. La diferencia de recepción del Nobel en Colombia que fue "un impulso para el país porque nunca habíamos creído que podíamos ganar un Nobel", y en Perú donde todos los años se sorprendían de que todavía no se lo dieran. Él conoció a Gabo en una cena. "Es muy cercano, aunque yo estaba tan impresionado que casi no hablé y a él le gustan los tragos y las bromas Al decirle que iba a Santa Marta para ver el lugar donde murió Bolívar, empezamos a hablar de su vida y me recomendó el libro de Gabo sobre los últimos días del Libertador: El general en su laberinto (que acabo de empezar ;-) Así que sin más preámbulos y dedicándoselo a Luiggi os invito a entrar en la habitación donde murió el gran héroe de latinoamérica




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Por si alguien no conoce su historia, quizá este mural sirva de introducción




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Pero por resumir un poco, quizá lo más claro sea fijarse en la propia estatua del Libertador:




Si la miramos por la izquierda parece el joven Bolívar de 1810, con el pie izquierdo hacia delante comenzando su andadura lleno de energía




De frente parece el Bolívar de 1820, cuando ya ha liberado pueblos y ganado innumerables batallas. Parece agarrar la capa y la espada en posición elegante, bien asentado ya en su lugar.




Pero desde la derecha parece ya el viejo y consumido Bolívar de 1830, traicionado por antiguos amigos, calumniado por sus opositores y agonizando de tres enfermedades (tuberculosis, fiebre amarilla y peste bubónica). La pierna que al principio parecía avanzar, luego reafirmarse en su posición, ahora parece tambaleante, la espada parece el bastón del anciano y la capa, la manta del enfermo.

No llegó a Europa a consultar nuevos médicos, murió en la casa de sus amigos tras meses de agonía. Luego se pondrían estatuas suyas en las plazas de casi todos los países que ayudó a liberar, luego se le consideraría de nuevo como uno de los grandes héroes de Latinoamérica. Pero murió antes de todo eso, abandonado por casi todos, como un general en su laberinto que diría Gabo. Aún así, estas fueron sus últimas palabras con las que cerramos este pequeño homenaje:



Macondo

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo..."

Así recita Agustín entre cervezas el comienzo de Cien años de Soledad. Estamos en Aracataca, buscando el mítico Macondo de la infancia de Gabo. Nada más preguntar por la casa del escritor nos invitaron a cervezas y así seguimos hasta coger in extremis el último autobús de vuelta sin habernos acordado ni de comer ;-) Sólo nos dejaron un ratito para ir a la casa-museo que, aunque estaba cerrada al ser festivo, la abrieron ¡sólo para nosotros! ¿Queréis acompañarnos a la casa del realismo mágico? Pues adelante...




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Pero esto es sólo la casa, el realismo mágico está por todas partes, "como cuando anularon una serenata" aclara Jose mientras va pidiendo otra rondita. Dos amigos fueron a cantar bajo el balcón de la enamorada de uno de ellos. Como el susodicho "enamorado" estaba un poco enfadado con su novia, quería ir a cantarle canciones de rencor y de reproches pero su amigo, quizá para ayudarle, sólo tocaba dulces canciones de amor. Así que al terminar, el enojado "enamorado" se lo echó en cara y empezaron a discutir hasta que el amigo dijo que eso tenía fácil solución. Volvió al balcón y congregó a gritos a todos los vecinos para anunciar con voz solemne que "¡la serenata que acabamos de dar queda completamente anulada!". "O lo de que aquí se quemaban fajos de billetes" añade alguien cuando se calman las risas. Parece ser que cogían un paquete de "esperma" (al ver mi cara de estupor me explican que eso es un fajo de velas y se desternillan de la risa), las envolvían con un billete antes de prenderlas y la imaginación caribeña hace el resto. "El Caribe es uno solo, como dice Gabo" sentencia Agustín que vuelve de "dar la mano al padre de sus hijos". Tras alguna cerveza conseguimos movernos hasta el puestecito del único familiar de Gabito en el pueblo, su primo hermano de 75 años que lo primero que hace es ponernos una rondita de cervezas dándonos las chapas "para que no entre carne, que vale doble" (que no entren moscas ;-)
Para calentar, los amigos se marcaron un monólogo sobre sus mujeres. "Cuando llego tomao mi mujer da unos golpecitos así con el pie -cuenta Agustín, escenificandolo- y me dice "¿De donde viene el hombre??" y yo respondo, Ah pues yo pensé que del mono, pero no sé..." Entre carcajadas arranca otro "pues la mía al principio decía ¡qué lindo! pero tras un mes seguido de tragos se enfadó de verdad y yo le dije: Ah, como me veías más lindo cuando tomaba por eso seguía tomando mi amor..." Y otra ronda de cervezas, que se le calientan al médico.

"Pero aquí no todos quieren a Gabo" nos dice el primo, más serio. Y nos pone un vallenato donde se le critica por no mandar dinero a Aracataca y dejar caer la casa donde nació. "Lo que no saben es que para cuando empezó a degradarse la casa ya no era de los García Márquez. Y además un día me llamó Gabito y me dijo "vete donde el alcalde y le preguntas qué obra haría falta para dar un impulso al pueblo, cueste lo que cueste. Me lo dices y te envío el dinero". Pero al ir donde el alcalde y ver mis zapatos viejos me dio la espalda y sólo se volvió al decirle que era de parte de mi primo. Insistió en que quería hablar con él, se fue hasta Cartagena y cuando mi primo le dijo que hablase directamente conmigo -perdía la foto con el Nobel- ya no me volvió a hablar de ninguna obra..."

"Es que hay gente que ni lo ha leído y no saben la maravilla que hizo con la literatura", "¡pero si antes nadie sabía que existía Aracataca!" van añadiendo entre brindis. Y en medio de la "mamadera de gallos", de las bromas, nos van contando que Cien años de soledad es como la Biblia, que empieza con el Génesis, la creación del mundo y acaba con el Apocalipsis de la familia Buendía, con la misma profusión de nombres y genealogías; con su Ángel inocente pero Terrible: Remedios la Bella que asciende al cielo entre sábanas blancas. Nos explican que su abuelo le enseñó "lo que pesaba un muerto" por uno que todavía pesaba en su conciencia y eso se mezcla con las supersticiones de los indios Guajiros de donde venía su familia. Le influyeron -dicen- las historias de sus tías solteronas... "pero sobre todo la imaginación increíble de Gabo" puntualiza Agustín, "es como el Messi de la literatura" aclara Jose.

Y también nos hablan del amor de su madre por el telegrafista, negado por el abuelo que para evitarlo mandó a su hija a otro pueblo, pero gracias a los compañeros del telegrafista consiguieron seguir en contacto. Y cuando nació Gabo el abuelo aceptó a regañadientes pero exigiendo criar él mismo a su nieto...
Y hablando de amor, enlazan "el otro día llego de rumbear y encuentro a mi mujer haciendo las maletas. "Me voy, ya estoy harta", me dice. Así que me pongo a hacer yo también la maleta y le digo, bueno mujer pues nos vamos juntos y ya está. Y claro, se rió y se le pasó el enfado. El truco con las mujeres es no tomárlas demasiado en serio..."

Para compensar tanto chiste machista le dicen a Marie: "al médico lo tienes enamorado como perro blanco". Sea lo que sea eso ;-) Al final salieron cinco motos como de la nada y nos llevaron donde paraba el autobús.

Allí había una frase de Gabo que le encantaba a Agustín y con ella nos despedimos de este pueblo maravilloso con más de mágico que de realismo, de nuestros panas caribeños modelo 47 (nacieron o "les ensamblaron" en el 47 ;-), de su risa franca regalada y su hospitalidad sin medida; y de un pedacito de nuestro corazón que quedará para siempre en Macondo...




"Me siento latinoamericano de cualquier país, pero sin renunciar nunca a la nostalgia de mi tierra: Aracataca, a la cual regresé un día y descubrí que entre el realismo y la nostalgia estaba la materia prima de mi obra"

Barranquilla o la nueva Colombia

Después de dejar Medellín muy a nuestro pesar, por fin llegué a Barranquilla y me fui directo a buscar a Diego a la universidad. Le vi a través de un agujerito de la puerta hecho todo un señor profesor, aunque dando mucha confianza a los alumnos de Bellas Artes




En Cuanto acabó de trabajar hicimos nuestra primera visita cultural-gastronómica ;-)




Y al día siguiente nos fuimos a pasar el fin de semana a Cartagena, la hermosa ciudad colonial rodeada de mar por todas partes. Y después vendrán las maravillosas playas bañadas de atardeceres rojos del pueblo de pescadores de Taganga, la aventura de avanzar descalzos entre los arroyos y barrizales del parque Tairona o la esencia caribeña del Macondo mítico de García Márquez: Aracataca...

Pero este blog está empezando a convertirse en algo que no quería que fuera: políticamente correcto. No se habla mucho de amor por no comprometer a nadie, ni de odios, injusticia y pobreza por no ofender la amabilidad de los muchos anfitriones. Pero después de unos días de reencontrarme con Diego (Amistad con mayúsculas), de disfrutar un amor quizás fugaz pero espontáneo y sincero, que no voy a saber agradecer; después de tanta belleza llego por fin al centro de Barranquilla: un pudridero de pobres, de carnes, de mutilados, de ñames apenas desenterrados y ya amontonándose en el suelo embarrado. Con la basura flotando en el río o rellenando los huecos de los socavones, apelmazada por las vacas en su búsqueda de los montones de tomates destripados que dejan entre el barro su jugo rojo como sangre, como un pelotón de fusilamiento... Y de vez en cuando, el amarillo de alguna montaña de fruta o la alegría amarga de un vallenato se abren paso entre el hedor nauseabundo, apartando sin despertar a los mutilados y drogadictos. Y de pasada arrancan quizá alguna media sonrisa...




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Del centro de Barranquilla han huído los nuevos ricos, los jóvenes juppies en ropa de marca han huído en desbandada sin mancharse de barro sus Nike, hasta los tranquilos barrios residenciales de las afueras. Entre la tajada de carne podrida de pobreza y el pijerío insensible e insoportable seguro que está también el delicioso manjar un poco ebrio del humor caribeño y de la vida que insiste en abrirse camino, pero está en el mismo corte de la injusticia que acabará con todo si no acabamos con todo.

Hoy no soporto esta pobreza, ni esta injusticia, ni este olor que no puedo hacerla llegar (o tal vez sí). Hoy no soporto esto y espero que vosotros tampoco: