Por el azar de los vuelos "baratos", hemos aterrizado en China en una ciudad que, etimológicamente, no es ni fría ni caliente (Wen significa "templada").
Pero Wenzhou en agosto es más cálida, en todos los sentidos, de lo que sugiere su nombre.
Primero por el abrazo de calor húmedo con el que te da la bienvenida nada más aterrizar, pero también -a pesar de ser una megaurbe llena de rascacielos- por la amabilidad de la gente y el esfuerzo por entendernos y ayudarnos.
Si lo comparo con la China por la que viajé con mis padres y mi hermana pequeña hace 17 años, lo primero que me llama la atención es la cantidad de Teslas y vehículos eléctricos (sobre todo motos) que circulan por las carreteras (y por las calles). De los hombres que llevaban turistas y locales tirando de un Rickshaw con el sudor de su frente sólo queda una estatua de bronce en la calle peatonal y el sudor en la frente, hagas lo que hagas.
La calle que os comentaba se llama "los cinco caballos". ¿Os venís a dar un paseo?
Pasando "el arco", llegamos a la pagoda que se veía iluminada por lanoche desde nuestro hotel y que ya teníamos ganas de conocer. Está en lo alto de un parque/montículo que parece de otro mundo, rodeado de rascacielos.