Cerrad los ojos ¿Os imagináis ir a Delfos y descubrir que la Sibila sigue allí y que vosotros mismos podéis consultar al Oráculo??? ¿Os imagináis paseando por los templos de Zeus o Atenea y que un sacerdote os haga los rituales necesarios para poder pasar al interior del templo sin ser iniciado y recibáis las bendiciones del sumosacerdote justo en frente del sanctasantorum? Pues abrid los ojos y contemplad la legendaria ciudad de IFE desde su venerado oráculo de Ifa!!!
En el templo que acabáis de ver se venera a ORUNMILA "testigo de la creación" por lo que es capaz también de contemplar el destino y cuyo nombre significa literalmente "solo el cielo conoce el camino a la salvación". Otros dicen que vino de Nupe expulsado por los musulmanes (y que por eso en varios puntos del camino hasta Ife hay centros de adivinación). Y para rematar, los esclavos que llevaron su culto a las Américas tuvieron que ocultarlo bajo el nombre de San Francisco. Sea como fuere aquí se encuentran las Sagradas Escrituras, los Odùs, que nos enseñan cómo vivir en armonía con las energías del universo y nos cuentan cómo empezó todo...
En el principio OLODUMARE -el "dueño del arcoiris", la Energía Suprema que se manifiesta en toda la creación- encargó a OBATALÁ que bajara del cielo por una cadena de metal hasta llegar al Mar, vertiera tierra y semillas en su superficie y colocara un ave sobre ella. El pequeño animal con el movimiento de sus patas fue esparciendo la tierra y las semillas hasta formar todos los continentes.
Así Obatalá pudo pisar tierra por primera vez en lo que hoy es la ciudad de Ife y empezar a crear hombres de barro que con el soplo de Olodumare cobrarían vida. Pero mientras trabajaba sin descanso y sofocado por la sed se puso a beber vino de palma y en su ebriedad algunas de las figuras le salieron deformes. Cuando despertó y vio lo que había hecho juró que ni él ni sus seguidores beberían jamás vino de palma y que desde entonces los enfermos y deformes estaban bajo su protección y por eso son llamados "hijos de Obatalá"...
Como esta religión sigue viva, extendida por el nuevo mundo y estamos en su ciudad santa, nos acercamos al templo de este dios tan humano. Claro que no podíamos imaginarnos ni en el mejor de los sueños el recibimiento que nos esperaba.
Uno de sus sacerdotes, Owa, vestido escrupulosamente de blanco -el color reservado a Obatalá, símbolo de pureza y claridad- nos invita a pasar a su casa, nos sentamos en su pequeño santuario y pacientemente va respondiendo a mis preguntas mientras esperamos al sumosacerdote al que ha llamado nada más verme. Todo el mundo parece muy contento con mi llegada, como si me estuvieran esperando!!
Les dejo claro por si acaso que no voy a darles dinero y sorprendentemente no les importa lo más mínimo. Owa trata de explicarme que yo "brillo" y que los Orisas -los dioses- me habrán dirigido él por alguna razón. Y empezamos una sesión de adivinación con conchas y a compartir chupitos de ginebra que se irán acumulando felizmente a lo largo de las maravillosas horas que pasaremos juntos ;-)
Parece muy impresionado con lo que ve. Me dice que voy a ser muy rico pero que tengo que ser paciente y -Pepe Naranjo no te lo vas a creer-... que tengo que cambiar de camisa!!!!!
Que el color que más me "favorece", me imagino que energéticamente es el blanco y los que menos el rojo y el azul oscuro.
Como le había dicho que no tenía dinero da por supuesto que no voy a hacer los sacrificios para pasar a formar parte oficialmente del templo con un nuevo nombre, así que me "apadrina" con su propio apellido y sugiere un nuevo nombre. Pero en ese momento llega el sumosacerdote -con su coche también estrictamente blanco- y nos acercamos al templo donde tras unas abluciones rituales y con una sensación muy especial me dejan entrar. En el patio interior reina una paz tan omnipresente como el color blanco, y que parece provenir directamente del agua del pequeño ahujero en el centro "que nunca se seca del todo".
Tras mostrar mis respetos al sumosacerdote tocando el suelo con la frente cerca del lugar marcado con tres conchas donde hacen las libaciones, me pregunta directamente "Qué quieres saber?" y empezamos una animada charla para sorpresa de los otros asistentes que lo escuchan con gran respeto y admiración.
En el momento en que la conversación pasa de las cuerdas que ataban a los animales destinados al sacrificio -y que permanecen en el templo- a hablar de los tambores, todo el mundo comienza a chasquear los dedos alegremente. Parece que no solo no se pueden tocar fuera de los rituales... ni siquiera nombrarlos en vano!
Cuando salimos de nuevo a la luz del día tras los últimos brindis, todo parece más brillante. Hasta el coche en el que se aleja el venerado y amable sumosacerdote
Pero antes de despedirme de mi "padrino" Owa me animo a pedirle el recuerdo que me quería llevar de Ife, un "kit de adivinación". Aunque me explica todos los problemas, sorprendido por mi tenacidad decide poner él el dinero para los rituales necesarios y en el proceso tiene una "visión", me dice que la sangre de los Orisas -de los dioses- corre por mis venas y "ve" mi nuevo nombre: OMOTONA ORISA. Algo así como el pionero, el que sigue el camino de los dioses...
Como estamos en éxtasis religioso y de ginebras, me lleva en su coche a visitar otros santuarios. Entrad con nosotros en la fragua de Vulcano, de Efaistos, aquí llamado OGUN, el dios de los herreros y todos los que usan el metal (cazadores, conductores, guerreros...)
Antes de que veáis el último santuario con mi alegre padrino, ahora que ya sabéis la historia de algunos dioses y del origen de la humanidad, ya os puedo contar el origen en concreto de los Yoruba. Os presento a OUDUDUWE, el padre de todos los yorubas y protector de la ciudad.
Y del más joven de los hijos de Oduduwe: ORANMIYAN el gran cosquitador, es precisamente el último santuario...
El día anterior en el palacio real pudimos ver la gran estatua de MOREMI, la mujer que salvó a los yorubas entregándose como esposa al rey de los enemigos Igbo para descubrir su secreto: no eran espíritus lo que les atacaba por la noche, sino hombres de carne y hueso cubiertos por máscaras y vestidos con hojas de palma. Así que en el siguiente ataque les prendieron fuego y salieron despavoridos. Pero Moremi tuvo que pagar un gran precio a la diosa del río por su ayuda. Tuvo que sacrificar a su propio hijo!!
Y como a palacio también va la gente a pedir justicia, si no llegan a un acuerdo el acusado -sin salir del recinto de palacio- tiene que jurar su inocencia en el santuario del primero de los herreros de Ife, el gigante OGUN LAADIN. Según cuentan, si miente, en una semana aparecerá muerto...
Como no os quiero dejar así y para completar el panteón yoruba, nos vamos a ir a la cercana ciudad de Oshogbo a pasear por su Bosque Sagrado -Patrimonio Mundial según la UNESCO- en busca del río, en busca de la mismísima OSUN, la diosa del Amor...
PD: A algunos lectores del blog quizás les suene más si les digo que Osun podría ser otro nombre de... Mami Wata ;-)