Saturday, 28 September 2019

La ruta de la seda, pueblo a pueblo

Bueno amigos, ¡ya estamos en Azerbaiyán!

Nos ha costado muchos vinos decidirnos a salir de Georgia pero lo hemos conseguido :-) Eso sí, se han cruzado en nuestro camino: vacas, ovejas, gallinas, patos...


Aprovechando un trasbordo os enseño el pueblecito de Qax, donde viven muchos Georgianos:


Pero finalmente llegamos a Seki, en plena ruta de la seda y famosa por el palacio de su Khan (gobernante). Así que como no tenemos camello que dejar en el patio central del caravasar, simplemente dejamos la maleta y nos vamos directamente al palacio.


El pueblo no da mucho más de sí y estamos cansados del camino, así que cenamos temprano y volvemos a "nuestro" caravasar...


Después de la primera noche sin compartir habitación en muchos días -y protegidos mis sueños por esos padre e hijo que se diría que están en esa misma recepción desde el siglo XVIII- me levanto lleno de energía para partir rumbo a Lehic. Un entrañable pueblecito de herreros y agricultores enclavado en las montañas del norte de Azerbaiyán.

Pero antes no me puedo resistir a cruzar un puente colgante que me recuerda a Indiana Jones y a mi mi abuela a partes iguales :-) ¿Os atrevéis?


Hecha ya la tontería de la mañana y serpenteando entre estas verdes montañas, llegamos a nuestro hostal en Lahic. Me recibe Igor con su gorro calado hasta las orejas, sus cuatro palabras de inglés y su campechana amabilidad. Las vistas desde mi balcón -que da a la mezquita- son espectaculares.


Suelto enseguida el equipaje y me lanzo cual Heidi a la calle empedrada y de momento vacía. Enseguida se oye el rítmico y metálico canto de esta ciudad y nos encontramos con el primer herrero...


Aunque luego veremos muchos más, éste es el único que parece ajeno a la llegada de los turistas y sigue haciendo uno a uno, martillazo a martillazo, los clavos para las herraduras "a medida" que calzarán los afortunados caballos de por aquí.

Después de comer en "El jardín del paraíso", me vengo arriba y me decido a hacer una rutilla por las montañas aledañas en busca de las ruinas de un castillo...


Justo después de este vídeo me dispongo a volver con mucho cuidadito. Y con todo mi cuidado y todo mi peso, me resbalo en ese empinado pedregal y me llevo un cariñoso pellizco de estas entrañables montañas :-)

Sin más riesgos por hoy, me vuelvo a mi casita coincidiendo con la llamada a la oración de la mezquita, hago mis abluciones y doy gracias a Alá por seguir de una pieza.

A la mañana siguiente hago uno de los trayectos más "tiernos" de este viaje. Viene a buscarme Ismael, el conductor del minibus que va a Baku. Pero primero esperamos a que se tome el té que le prepara Igor, con su gorrico bien apretado ya desde la mañana.

Luego vamos casi casa por casa recogiendo huevos, sacos de nueces, paquetes, "oye, date la vuelta que Paquito y su señora quieren llevar al zagal a ver la capital"... Pues no hay problema, volvemos a saltitos marcha atrás por la calle empedrada y recogemosa los García. Ahora a la plaza del pueblo a recoger a la hija de Don Manuel -ponte por caso- que se va a pasar unos días a la capital. A ver si se divierte y encuentra novio, que muchos estudios universitarios pero... Viene con su tío (o vecino) el ingeniero, que promete a su padre cuidarla mientras esté en la capital. Y a mi lado se sienta Don Ramiro, que viene con poco equipaje porque sólo va a Baku a arreglar unos papeles.

Cuando ya estamos todos montados y no caben más maletas bajo los asientos ni más sacos en el asiento a mi izquierda, arrancamos... para parar a los cinco minutos en la panadería, que a todos nos apetece un pan bien caliente. Dadle un trozo bien grande al médico extranjeo que se le ve algo pálido :-)


Cuando el niño se cansa de jugar y enfilamos un tramo largo tras parar a mear  y volver a parar a los cinco minutos a echar gasolina y comprarle un cochecito al crío para que se entrega, consigo echar una cabezadita.

No me dura mucho el sueño, porque empiezo a notar unas gotitas de agua en el dorso de la mano. Me despierto sobresaltado, pero son sólo los García que interpretan que me he dormido porque tendría debilidad y me restriegan en la mano un racimo de uvas para que coma y se me pase. Por supuesto no admiten un no por respuesta, con lo mucho que ha entretenido al crío.

Mientras como las dulcísimas uvas, recuerdo que en Georgia nos contaron que las uvas Aerbaiyanas son deliciosas y más grandes que las georgianas, pero no dan buen vino. A cada uno lo suyo.

Me saca de mi ensoñación Don Manuel, cascando unas nueces con una mano cerca de mi cara, como para enseñarme, y los García me dan también unas nueces, para que lo intente. Todos parecen que darse más tranquilos al ver que yo también se cascarlas con la mano (no me entendáis mal).

Pero cuando parece que vuelve la tranquilidad, me dicen que ya hemos llegado a Baku a la entrada de un metro, que ahí seguro que ya me apaño yo solito y así pueden callejear hasta la casa de los García, que van muy cargados y con un zagal.

Y ahí me quedo yo, a la entrada de un metro, con la maleta en una mano y despidiéndome de mis amigos del pueblo. Sobre todo del chaval, que con una mano no suelta  su cochecito y me dice adiós con la otra.

En su cara de pillo sigue esa sonrisa radiante de las montañas, pero por un momento hay como una nubecilla en una comisura. Como que le hubiera gustado jugar un poco más con el médico ése tan raro que no hablaba pero ponía unas caras muy divertidas.

Seguro que no le dura mucho la nube. Seguro que los García le meten una uva en la boca para que se distraiga.

A mí me dura un poco más. Hasta que se la lleva el ajetreo y los pequeños empujones del metro. Y un chaval muy amable al que le debo parecer don "Erre que Erre" de "La ciudad no es para mí"  me pregunta, ¿necesitas ayuda? Y nos ponemos a charlar apretaditos en el vagón :-)

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