Friday, 8 February 2013

Las otras caras de la moneda

(Para empezar, gracias a todos por vuestros comentarios!!)

La entrada anterior quedaría un poco descompensada sin las otras caras de la moneda. La de todas esas mujeres que lloran detrás de sus kangas de colores y sus lamentos que se trenzan con las otras voces en un clamor de historias, de tragedias y de súplicas.

Historias como las que me fueron contando una a una las viudas del barrio al que me llevó Charles para que conociera la "verdadera África". Nos acompañó el alcalde y otro representantes que estaban por allí. En todas las casas de barro, con las paredes dejando ver los palos de su estructura como huesos a través de sus heridas, se hacinaban familias enteras con historias parecidas. El marido murió de sida, de otra enfermedad o en algún accidente y las madres se dedicaban a vender las pocas verduras o cualquier otro producto que cupiera en su kanga, en ese pequeño espacio cuadrado en el suelo entre la hilera de mujeres.

Que Charles les contara que soy médico, añadió detalles y preguntas a sus historias, como la madre que me enseñó el tratamiento que estaba tomando su hija para la tuberculosis (en la misma habitación que el resto de la familia, por supuesto). Al menos consiguieron reunir el dinero suficiente para seguir un tratamiento adecuado, y espero que para poder seguirlo todos los meses.

Me sorprendió que el alcalde siempre les preguntara por cuánto dinero necesitarían para arreglar su situación, "si de repente apareciera alguien" que se lo diera. Las respuestas variaban entre la que más me gustó: "lo que cuesta otra caja de cerveza para vender en el mercado. Con una tengo para alimentar a mis hijas, pero con otra podría pagar las tasas de la escuela", y la que más dinero pedía que como siempre era la única que tenía una casa grande de ladrillo de su propiedad (el resto eran alquiladas!) y agua corriente que vendía a los demás. Como vosotros, pensé que el alcalde hacía esa pregunta para pedirme ayuda para esas personas, pero no. Me pidió que le invitara a comer o que le diera dinero para él, por acompañarme en el paseo. Creo que mi respuesta cambió un poco con la traducción ;-)

Pero el dinero, la moneda, está en medio de todas sus caras. La religión compite con los brujos en la promesa de hacerlos ricos. Eso sí, los brujos a parte de dinero, ponen condiciones que pueden variar desde matar a alguien (un desconocido o la propia mujer, los propios hijos...) a cosas aparentemente sencillas. Me contaron que un hombre consiguió hacerse rico vendiendo tanzanite (el "diamante azul" que tienen por aquí), tanto que se compró cuatro coches y cinco mujeres (siempre más mujeres que coches). Pero de repente perdió todo, mujeres incluidas, porque dejó de cumplir la condición... dormir en el cuarto de baño!  Que oye, yo le entiendo, porque dormir en el cuarto de baño cuando uno tiene cinco mujeres, eso no hay quien lo cumpla!

Pero quiero contaros la historia del propio Charles. Nació en la tribu Curia, en las orillas del lago Victoria. El primer hijo varón de la tercera esposa, de las cinco, de su padre. Uno más de sus 37 hijos. Su madre no era la preferida (casi siempre la última, a veces la primera, o ambas, como en este caso) así que él no fue de los pocos a los que su padre se dignó a pagar los estudios. Cómo iba a vender alguna de sus muchas vacas ahora que era casi anciano! Tampoco tenía la suerte de que sus primeras hijas fueran mujeres para así casarlas pronto y tener vacas (esas sí que se las queda la madre) con las que pagar la educación o la dote de sus hijos.

Para que lo entendiera mejor me contó que cuando tenía 21 años, la casa de su madre necesitaba serias reparaciones, así que la madre convocó a los mayores del clan que decidieron que la segunda esposa vendería alguna de sus muchas vacas para pagar la reparación. El hijo mayor de esa esposa fue al mercado, vendió la vaca pero se gastó el dinero en alcohol y en lo que fuese antes de volver a casa. "Por qué iban a ayudar ellos a las otras esposas?" le gritó a Charles borracho y con un cuchillo en la mano. Al menos es lo que me cuenta mientras me muestra la cicatriz en su brazo derecho...

Ahora la madre vive en Kenia, tras escapar de su padre por pegarla al intentar reclamar (con la única ayuda de la cuarta esposa) que pagara la educación de sus hijos. El caso es que ahora es Charles el que paga en solitario la educación de sus cuatro hermanos, incluida la universidad del mayor (que ahora no puede asistir hasta que paguen el último plazo).

Así que uno entiende que se pasen la mayor parte del tiempo pidiendo dinero. Aunque yo no pueda evitar ponerme en plan europeo de vez en cuando y echar cuentas con él: si alquilaras una casa más barata (se lleva el salario entero de su mujer, maestra, 150 euros al mes), si no pagaras a una asistente, si no compraras canales para la televisión... podrías pagarlo. Como casi siempre te dicen que sí a todo pero no te hacen ni caso, pues ya no te cortas en decir lo que sea.

Pero esta vez me quedé de piedra cuando al día siguiente me dijo que había despedido a la asistenta. Imaginaros mi sorpresa y mi sentimiento de culpa! Pero era falsa alarma, un par de días después renegoció lo que le pagaba (lo cual no soluciona nada, claro) y siguió buscando gente que le prestara dinero.

"I fully believe in Jesus. Cuando sea rico, construiré muchas iglesias, te escribiré un mensaje para contártelo y cuando vengas tendré un coche para que no tengamos que ir andando a todos los sitios y..."

Todo volvía a ser como antes y la moneda seguía girando encima de la mesa, con todas sus caras bailando como si no hubiera nada más, como si esa moneda fuera el mundo entero...

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