Monday, 23 March 2009

Con la peque por Rumanía

Jeje. En la entrada anterior yo quería contaros mi viaje por Rumanía con mi hermana pequeña, el frío, las risas los amigos americanos con dos rumanas que nos echamos cuando perdimos los seis el mismo tren al no enterarnos que habían cambiado la vía en que paraba. Fue en Sinaia, veníamos de ver el castillo de Peles, un castillo fabuloso que si estuviera en Francia tendría fama mundial. Con habitaciones temáticas de distintos países y adaptadas a cada invitado. Con una reina que hablaba seis o siete idiomas y había traducido varias obras en la línea del príncipe rumano que escribió una historia de los turcos que durante un siglo fue el único texto europeo al respecto. Es increíble que creamos conocer la historia de Europa ignorando olímpicamente toda centroeuropa y Europa del este. Había un zumbao en la estación que había sido soldado con los comunistas y que había cortado las manos a algunas mujeres por conducta indecorosa... o eso le entendí yo!

En fin, que esa noche acabamos durmiendo con ellos (chicos por un lado y chicas por otro) y hablando de las mujeres rumanas-europeas-americanas y por extensión de los hombres de las distintas latitudes. Uno de los americanos era el típico buenecito capitán del equipo de rugby pero el otro tenía una ironía que hizo las delicias de aquella noche. A la mañana siguiente fuimos al castillo de Drácula donde lo más terrorífico fueron los japoneses que lo habían invadido. Paseamos por Brasov, una ciudad agradable, de calles espaciosas y bien cuidada aunque quizá con menos personalidad que otras ciudades rumanas.

Mucho más miedo pasamos en Sigishoara, ciudad medieval donde nació Drácula. Por esta "perla de los Cárpatos" fuimos a dar un paseo completamente solos por la noche y descubrimos luces verdosas en las ventanas de algunas torres, subimos unas escaleras techadas e inacabables hasta una iglesia solitaria en que también había una luz en su parte más alta y al volver a bajar y pasear entre las casas y los perros callejeros empezamos a oír el llanto de un niño al que nadie consolaba...

A la mañana siguiente huimos rumbo a Sibiu, otra ciudad supuestamente medieval pero de calles muy espaciosas y un orden excesivo fruto del dominio Austriaco. Lo que sí que no heredaron es la organización en los transportes y tuvimos que insistir varias veces hasta conseguir unos billetes de vuelta a Bucarest por la noche aunque con parada en una ciudad de cuyo nombre no quiero acordarme porque en ella tuvo lugar una de las escenas más grotescas y para vosotros divertidas ;-) del viaje: Sólo estaban cuatro personas que no se conocían de nada y unas neveras enormes llenas de bebidas en que mi hermana pensaba que llevaban acordeones. Uno de ellos era un hombre de aspecto soviético con gorro de orejeras, gafas de culo de vaso y borracho como una cuba. Mientras esperábamos a media no che, entre las vías y con un frío infernal, el hombre no era capaz de mantenerse en pie. Yo me adelanté para sujetarle y de repente me doy cuenta de que... me está tocando el culo!! le aparto las manos que intentan alcanzar mi trasero o mi "delantera" y en un último y repugnante gesto saca la lengua en un gesto que me imagino trataría de ser lascivo...

En esto que llega el tren. Salvados por la campana. Él se cae a las vías. Yo no puedo bajar a cogerle porque han atascado la salida con las neveras enormes, pero por suerte alguien lo levanta y consigue subir al tren. Bufffff

Al llegar a Bucarest dejamos las cosas en el Funky Chicken y sin ducharnos ni nada nos fuimos a un parquecito lleno de sillas con encanto y aparentemente cómodas que seguramente usará alguien cuando el tiempo sea un poquito mejor ;-) de ahí a la casa del pueblo ya comentada y después de que en el museo de Historia nos dijeran que no se podía visitar por reformas nos pegamos una buena jamada en el sitio donde habíamos cenado el primer día y que os recomiendo: Caru´cu bere. Esta vez sin música de Bisbal ni tios bailando con mallas rosas. Y de ahí al Museo nacional de Arte con un montón de pintores acabados en -escu, pasando por todas las vanguardias. Una chulada más apta para no venir después de toda la noche en el tren jeje. [Por cierto, el primer día ya nos habíamos dormido en el Ateneo, en un concierto de su "célebre" músico George Enescu.]

Mi hermana estaba abiertamente cansada y yo lo estaba también aunque más disimuladamente, así que nos fuimos al parque más grande de Bucarest y descubrimos... que allí estaba todo el mundo!!! Y además otra cosa escalofriante. Los rumanos visten igual allí que en España (es decir con chandal y muy horteras) pero... se ponen vaqueros para hacer deporte!! En fin que nos tumbamos un ratito y dimos unas vueltecitas en la Noria antes de ir a buscar a mi amigo Nacho y compañía para descubrir el ambiente nocturno de Bucarest.

El resto no es apto para ser contado en un blogg público ;-) Hasta la próxima!!

Ceauşescu y Drácula

Son los dos personajes más famosos de Rumanía, que a todo el mundo le suenan pero que no siempre se asocian a su país y la mayoría no sabríamos decir qué hicieron exactamente. El primero se convirtió en secretario general del partido comunista en 1965 y en 1974 fue nombrado Presidente, un cargo inventado por él y empezó la egolatría y la Dictadura con mayúsculas. La propaganda llegó a decir que el partido podía controlar el clima y hasta su mujer Elena, una mujer sin estudios superiores, fue nombrada Doctor Honoris Causa por una universidad americana, la de Lima creo. 

Elena merece un capítulo aparte en la historia de las dictaduras. La mujer ignorante que fue exigiendo títulos por todas partes hasta que consiguió uno y que se forjó una imagen de científica totalmente falsa. Detentó puestos de poder dentro del régimen, fue presentada como el ideal de la mujer rumana y fue corresponsable de la destrucción de obras de arte y arquitectónicas que no eran de su agrado. Se le considera artífice de la política de 8 hijos por mujer rumana y además se le atribuyen las siguientes palabras en la revolución anticomunista que finalmente acabó con el régimen de los esposos en 1989: "Los matáis y los echáis en fosas comunes. Que no quede vivo ni uno, ¡ni siquiera uno!" y al imputarles el número de víctimas en el juicio militar, se volvió a su esposo y le dijo "y a eso le llaman genocidio..."

Lo de Drácula es una cosa parecida pero naciendo en 1431. Tuvo una infancia dificil (como Ceausescu, de padre borracho y maltratador y del que se cuenta que cuando fue al registro civil se olvidó que ya tenía un hijo con el mismo nombre y volvió a poner a su segundo hijo Nocolae). Vlad Tepes, que así se llamaba Drácula, fue entregado por su padre como rehén a los Turcos para asegurar "la paz". Así que cuando se rompieron los acuerdos y murieron su padre y su hermano en luchas por el poder, Vlad fue nombrado rey de Valaquia y se convirtió en el azote de los turcos, con el apoyo al principio del rey de Hungría, por eso es visto en parte con buenos ojos por los pocos rumanos a los que les suene algo esta historia.

Pero a parte de empalar turcos, y comer su sangre untada en pan, Drácula gustaba de cenar rodeado de los cuerpos mortecinos de víctimas empaladas y obligaba a sus invitados a asistir al terrible espectáculo. Además es interesante su método para acabar con la pobreza. Invitó a todos los pobres de su ciudad a un gran banquete y una ve que hubieron comido y bebido, prendió fuego a la habitación donde estaban. Por lo menos les dió un último gusto.

Volviendo a Ceausescu, al visitar la Casa del Pueblo, auténtica mole de hormigón y delirio del dictador que planificaba irse a vivir allí (el segundo edificio civil más grande después del pentágono), nos contaron que una vez ajusticiados los esposos se generó un debate sobre qué hacer con aquel monstruo que encima no estaba terminado. Lo más sorprendente para mi es que se plantearon sepultarlo bajo tierra y convertirlo en un montículo-monumento contra las dictaduras, para que os hagáis una idea del cariño que suscitaba. Casi igual que la ambigüedad que mantenemos en España respecto al franquismo.

Y sigo en otra entrada porque esto se me ha ido de las manos...