Vamos a dejar Baku para la próxima (¿última?) entrada. Pero el viento de "la ciudad del viento" llega también a los alrededores, como veréis en ésta :-)
Ahora vamos a intentar descubrir por qué se le llama a Azerbaiyán "el país del fuego". Parece que desde tiempos inmemoriales ha habido en estas tierras "escapes de gas" que se han manifestado en fuegos que salían inexplicablemente de la tierra y qué no se apagaban nunca...
Ya Marco Polo en el siglo XIII queda fascinado por siete de estos fuegos eternos. Pero desde mucho antes habían generado asombro e incluso veneración. Parece que desde mil años antes de Cristo el Zoroastrismo era la religión dominante en lo que hoy es Azerbaiyán y algunos hasta defienden que Zoroastro era de aquí.
Ha llovido mucho desde entonces y muchas más más religiones han pasado por aquí pero queda en pie un Templo del Fuego en Suraxani, en un lugar antiguamente venerado por los zoroastrianos, quizá incluso con algún tipo de templo desde el siglo II dC. El templo que podréis ver en unos instantes es del siglo XVIII con reformas posteriores y hecho por peregrinos indios venidos con la ruta de la seda. Su compleja historia, la mezcla de creencias y las incógnitas que quedan todavía por resolver, hacen de este lugar, de este fuego (ya mantenido artificialmente) algo completamente fascinante. Tanto, que he llegado antes de que abrieran :-)
Ahora ya sí. Coged aire que ¡entramos!
Después de esto, es difícil impresionaros. Pero seguimos en la península de Absheron y nos encontramos con una mezquita en Per Hisham en que hacen un ritual muy curioso y al acercarnos a mirar y sin saber muy bien cómo, nos metemos de lleno y me hacen el ritual... a mi :-)
En fin, que habiendo sentido el fuego en mis propias carnes y ya más relajado me voy al museo al aire libre de Qala donde me encuentro... a la televisión nacional grabando un programa!
Al día siguiente, para quitar un poco de solemnidad a tanto fuego, me voy al sur de Baku, a Qobustán, con un indioy dos coreanos a ver volcanes. Pero volcanes de... ¡barro! No se oye nada con el viento, así que centraros en el volcán :-)
Después de jugar un rato con el barro, ahora toca remontarnos todavía más en el tiempo que con el templo de fuego. Ahora vamos a ver grabados en la roca, petroglifos, de 30.000 años de antigüedad. Bienvenidos al Paleolítico!
A mi me empciona poder estar en los mismos lugares donde unos hombres estuvieron rascando la piedra hace 20.000 años hasta representarse a ellos mismos bailando, o montados en una barca. O los animales que aseguraban su supervivencia y que puede que de alguna manera reverenciaran o necesitaran para sus sacrificios. O quizás no.
Porque la interpretación exacta de estos grabados sigue siendo un misterio, más aún que las piezas de la historia del templo de fuego.
Acariciando la roca y el misterio, mientras nos calienta el fuego del recuerdo, nos vamos alejando porque tenemos que irnos ya. Quizás esta noche nos llegen en sueños algunas respuestas de nuestros antepasados.
O tal vez no, porque puede que los hombres, siglo tras siglo, siempre hayamos soñado los mismos sueños...
Ahora vamos a intentar descubrir por qué se le llama a Azerbaiyán "el país del fuego". Parece que desde tiempos inmemoriales ha habido en estas tierras "escapes de gas" que se han manifestado en fuegos que salían inexplicablemente de la tierra y qué no se apagaban nunca...
Ya Marco Polo en el siglo XIII queda fascinado por siete de estos fuegos eternos. Pero desde mucho antes habían generado asombro e incluso veneración. Parece que desde mil años antes de Cristo el Zoroastrismo era la religión dominante en lo que hoy es Azerbaiyán y algunos hasta defienden que Zoroastro era de aquí.
Ha llovido mucho desde entonces y muchas más más religiones han pasado por aquí pero queda en pie un Templo del Fuego en Suraxani, en un lugar antiguamente venerado por los zoroastrianos, quizá incluso con algún tipo de templo desde el siglo II dC. El templo que podréis ver en unos instantes es del siglo XVIII con reformas posteriores y hecho por peregrinos indios venidos con la ruta de la seda. Su compleja historia, la mezcla de creencias y las incógnitas que quedan todavía por resolver, hacen de este lugar, de este fuego (ya mantenido artificialmente) algo completamente fascinante. Tanto, que he llegado antes de que abrieran :-)
Ahora ya sí. Coged aire que ¡entramos!
Increíble, ¿a que sí? Pero ahora ya con esta fascinación por el fuego, no podemos quedarnos sin ver uno de esos fuegos saliendo de la tierra como los que vió Marco Polo. Y el único que arde todavía es el de Janar Dag. Abrigaros que vamos a esperar hasta que se haga de noche para que tenga todavía más encanto...
Después de esto, es difícil impresionaros. Pero seguimos en la península de Absheron y nos encontramos con una mezquita en Per Hisham en que hacen un ritual muy curioso y al acercarnos a mirar y sin saber muy bien cómo, nos metemos de lleno y me hacen el ritual... a mi :-)
Al día siguiente, para quitar un poco de solemnidad a tanto fuego, me voy al sur de Baku, a Qobustán, con un indioy dos coreanos a ver volcanes. Pero volcanes de... ¡barro! No se oye nada con el viento, así que centraros en el volcán :-)
Después de jugar un rato con el barro, ahora toca remontarnos todavía más en el tiempo que con el templo de fuego. Ahora vamos a ver grabados en la roca, petroglifos, de 30.000 años de antigüedad. Bienvenidos al Paleolítico!
A mi me empciona poder estar en los mismos lugares donde unos hombres estuvieron rascando la piedra hace 20.000 años hasta representarse a ellos mismos bailando, o montados en una barca. O los animales que aseguraban su supervivencia y que puede que de alguna manera reverenciaran o necesitaran para sus sacrificios. O quizás no.
Porque la interpretación exacta de estos grabados sigue siendo un misterio, más aún que las piezas de la historia del templo de fuego.
Acariciando la roca y el misterio, mientras nos calienta el fuego del recuerdo, nos vamos alejando porque tenemos que irnos ya. Quizás esta noche nos llegen en sueños algunas respuestas de nuestros antepasados.
O tal vez no, porque puede que los hombres, siglo tras siglo, siempre hayamos soñado los mismos sueños...