En ese control, el relajado soldado italiano nos indicó que podíamos seguir y, tras un breve paseo llegamos a las puertas del monasterio donde había otro control, tuvimos que dejar nuestros pasaportes y mochilas para que nos dieran el pase amarillo que nos daba finalmente acceso a este monasterio habitado por 15 monjes serbios y los trabajadores que lo mantienen.
Estos trámites hacen inevitable sentir la gravedad de la tragedia vivida en Kosovo y por tanto, una vez dentro de la iglesia, el contraste con la asombrosa belleza y serenidad atemporal de sus frescos nos deja boquiabiertos.
Sí, parece que llevo una falda de flores 😅 Se me olvidó llevar pantalón largo y me dejaron ese pareo para poder entrar en la iglesia.
De vuelta a la carretera, tras desandar el camino y recoger las maletas, alimentamos el cuerpo (el espíritu estaba saciado) justo antes de que Diego echara a correr para parar el bus que nos llevó a Peja. Dejamos las cosas en el hotel y vuelta a la carretera para llegar a ver, antes de que cerraran, las cuatro iglesias en una del Patriarcado de Peć (también tuvimos que enseñar el pasaporte, pero esta vez a la policía de Kosovo).
La primera sorpresa es que por fuera están pintadas de rojo (lo que debió ser muy polémico en su momento). La segunda es que los únicos religiosos que vimos en el "patriarcado" fueron unas monjas (que me recordaban un poco a las de la vida de Brian🤭). Y la tercera que el interior estaba casi en penumbra, lo que dificultaba ver bien los frescos, aunque quizás para algunos pueda aumentar la sensación de recogimiento e incite a la oración...
Después de haber visto estos dos componentes del Patrimonio de la humanidad de Kosovo, el paseo por la ciudad de Peja fue un poco decepcionante. De hecho es más conocida como base para hacer senderismo por las montañas Rugova, "la Suiza de Kosovo". Pero a la mañana siguiente, cuando nos enteramos que durante la guerra de Kosovo en 1999 más del 80% de las casas de esta ciudad fueron dañadas o destruidas, ya vimos el reconstruido pero animado bazar con otros ojos.
Antes de irnos, pudimos entrar en el museo, que es una bonita casa tradicional estilo otomano e imaginarnos cómo luciría Peja con unas cuantas casas más como esa. Y con esta casa os dejamos hasta nuestra próxima entrada en que llegaremos por fin a la capital de Kosovo. Nos vemos en Prístina!
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