Una hora perfecta para poner a prueba la hospitalidad de los australianos. Así que cuando vimos llegar la furgoneta de trabajo de Obi y Simon, los amigos arqueólogos de Sam, sentimos la alegría de los fósiles importantes antes de ser descubiertos :-)
Tras las presentaciones, una ducha calentita y un revitalizante café en su casa, aunque el nombre de la ciudad se traduce por "lugar de descanso" o lugar donde reposar el codo", salimos a pasear al amanecer por Fitzroy, su encantador barrio de Ballarat.
Lo primero que me llamó la atención es que el ayuntamiento tenía tres banderas: la australiana propiamente dicha, que contiene la del Reino Unido (¡su rey sigue siendo Charles!) y las estrellas de la cruz del sur, la de los aborígenes australianos "continentales" (con el sol en el centro, el negro por su piel y el rojo por su sangre) y la de los indígenas del estrecho de Torres (azul con el tocado tradicional en blanco).
Estas dos últimas representan a las "Primeras Naciones" australianas y, recientemente, se ha decidido que tienen que acompañar a la primera en todos los edificios oficiales. Eso me hizo pensar que las "Primeras naciones" no se sienten incluidas en la bandera que debería representar a todos los australianos...
Como todavía no estaban abiertas las cafeterías (ni el Builders Arms, el "bar negro de Melbourne" donde se reunían los aborígenes de la comunidad Wurundjeri desde los 40 a los 80 con los inmigrantes y otros residentes del barrio) fuimos al parque donde pudimos ver, tanto los árboles cuyas cortezas usaban los aborígenes para sus canoas, como la casa inglesa del capitán Cook (primer "descubridor" de Australia en 1770, aunque la verdadera colonización empezó en Sidney 18 años después). La casita fue comprada por Australia (!) y traida ladrillo a ladrillo desde su Yorkshire natal (!!).
Por cierto, Melbourne fue fundada por colonos libres en 1835, concretamente por el tratado de Batman (no es broma) con los aborígenes y aceptado a regañadientes por la corona inglesa.
Con tanta historia ya nos iban fallando las fuerzas, así que tras un buen brunch nos permitimos una siestecita antes de que la madre de Sam viniera a recogernos y nos llevara a Ballarat, donde, entre vacas, caballos y canguros empezó la fiebre del oro a finales de la década de 1850 que cuadriplicó la población y cambió Australia para siempre.
Pero eso, familia y amigos, es otra historia:-)
1 comment:
¡¡Espero que disfrutes del viaje y nos hayas contando las aventuras!!
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