Así se amontonarían los extenuados pacientes en este recinto sagrado desde el siglo IV antes de Cristo tras donar sus sacrificios a los sacerdates o liberar a sus esclavos el que los tuviera -pues eso agradaba al bondadoso dios Asclepio-.
Realizarían temblorosos los rituales sagrados en el teatro, beberían fervorosos sus labios el agua del manantial sanador y se dormirían con la esperanza de que el dios les revelaría esa misma noche estrellada, la ansiada cura en sueños.
Si hacemos caso a la versión de la Eneida, en el siglo XIII adc Eneas, en su viaje desde Troya a Italia, habría parado en Butrinto. Y en la misma puerta que veis en la foto, habría hecho una libación a los dioses en agradecimiento por haber llegado con vida hasta allí, antes de proseguir su viaje y fundar... ¡Roma!
La etimología de Butrinto, "toro herido", nos remite a otra versión de la historia en la que los troyanos quieren sacrificar a un toro en honor a los dioses, pero huye hasta llegar a morir en un lugar en el que luego decidieron construir la ciudad.
Tras la colonización romana, Julio César refunda la ciudad y empieza la transformación que culminaría Augusto: reforma del teatro, acueducto, foro, termas, etc pero manteniendo intacto el culto a Asclepio. Construyendo nuevas puertas para proteger mejor la ciudad y simbolizando dicha protección con un león cazando a un buey en la estrecha y bajita nueva puerta principal. Exige humildad al visitante y facilita el trabajo a los arqueros 😅
Las basílicas, los mosaicos, la posterior torre veneciana, el castillo de Alí Pasha del siglo XIX... los dejamos a vuestra imaginación.
Y para descansar y darle un toque de contraste, nos vamos a las hiperturísticas playas de Ksamil antes de volver a dormir a Saranda para continuar nuestro viaje en Gjirokastra, la ciudad natal del dictador comunista Enver Hoxha y escenario de la magnífica novela de Kadaré "Crónica de piedra". No os lo perdáis 😊
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